El pintor solidario
Joan Hernández Pijuan (1931-2005) fue un pintor sutil, riguroso, cerebral y elegante, pero ante todo fue un artista generoso y solidario, que supo compaginar la creación con la enseñanza y luchó toda su vida en defensa de los derechos de los creadores. Así lo recordaron sus amigos, que el martes por la noche se reunieron en el Círculo Artístico de Sant Lluc para entregar a su viuda, Elvira Maluquer, la medalla de honor que Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos (VEGAP) y la Fundación Arte y Derecho le otorgaron a título póstumo. En realidad no fue una medalla, objeto de iconografía contradictoria, sino una placa de acero con la inscripción "Joan siempre en nuestra memoria". "Una invocación gráfica", la definió su autor Alberto Corazón, presidente de la Fundación Arte y Derecho, del que el artista fue un gran impulsor. En el acto se hizo patente la estima y el cariño del que gozaba Hernández Pijuan entre sus colegas y en el mundo del arte en general. Una consideración y un afecto que ya se palpaban en la abarrotada ceremonia de despedida en el tanatorio de Les Corts el pasado 29 de diciembre, el día después de que Hernández Pijuan falleciera, en su casa de Barcelona, a los 74 años, tras una larga y dolorosa enfermedad.
"Hernández Pijuan ha sido testigo de una época y su pintura nos contará más a través del tiempo, pero fue ante todo una gran persona y un gran ejemplo como hombre. Su apoyo, elegante y natural como todo en él, fue fundamental para que los derechos de autor sean hoy una realidad viva e importante", afirmó Juan Genovés, presidente de VEGAP, entidad de la que Hernández Pijuan fue fundador en 1990, antes de entregar la placa a su viuda, que acudió al acto con sus ocho hijos. "Al principio le decía que si se empeñaban en cobrar, no le harían más catálogos, pero él lo tuvo siempre muy claro", recordó Maluquer. Su brevísimo parlamento concluyó un acto nada protocolario y eminentemente informal en el que participaron unas 60 personas, entre ellas también Caterina Mieras, consejera de Cultura de la Generalitat, que no habló y abandonó la reunión durante los aperitivos.
La atmósfera era la de una distendida reunión entre amigos y, a pesar sus delicadas condiciones de salud, Antoni Tàpies, acompañado por su esposa Teresa Barba, no se la quiso perder, así como Manolo Borja-Villel, director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), que dedicó a Hernández Pijuan su última gran retrospectiva en 2003. En los pequeños grupos, donde se recordaban anécdotas pasadas y se hablaba de proyectos futuros, estaban su galerista, el editor Joan de Muga de la Joan Prats, y Teresa Blanch, decana de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, de la que Hernández Pijuan fue primero catedrático de pintura y luego decano, desde 1992 hasta su jubilación en 1997. También intervinieron Eduard Castellet, presidente de la Fundación Miró; Miquel Molins, catedrático y ex director del Macba; Fernando Ledesma, que fue ministro de Justicia del Gobierno de Felipe González y Joan Llinares, gerente del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), que se encuentra en pleno proceso de selección para nombrar un nuevo director en sustitución de Eduard Carbonell. El grupo más numeroso fue sin duda el de los artistas, en el que estaban representadas todas las generaciones de la creatividad nacional. Entre otros, asistieron Perico Pastor, Sergi Aguilar, Arnal Ballester, Alfonso Albacete, Antón Patiño, Claret Serrahima, Pep Duran, Mabel Palacín e Ignasi Aballí, estos dos últimos recién nombrados respectivamente vicepresidenta y presidente de la Asociación de Artistas Visuales de Cataluña (AAVC). En su primer acto oficial en el cargo, Aballí recibió otro ejemplar de la placa/medalla de honor, que se expondrá en la sede de la asociación en Barcelona, mientras que la tercera y última copia se quedará en Madrid en la Fundación Arte y Derecho. Las charlas iban de la difícil situación de los creadores hasta la excelente calidad de los canapés. A diferencia de lo que suele ser habitual no todo eran lamentaciones. Florenci Guntín, que continúa como secretario de la AAVC, pero lucía nuevo look con rizos ensortijados, enumeraba las iniciativas en marcha: la publicación del primer Estudio de Arte y Economía ("ha sido muy duro recoger la información, nadie quería dar datos", apuntaba, para no renunciar del todo a la queja), y la apertura de La Fábrica de las Artes de Granollers, un nuevo espacio para la creación y la exposición de arte experimental situado en antigua fábrica Roca Umbert, que dependerá de Hangar. Este centro de producción artística, que la AAVC abrió en 1997 en una nave de Can Ricart en Poblenou, también está ampliando sus instalaciones, añadiendo otras dos naves a las actuales. Probablemente a Hernández Pijuan le hubiera gustado, porque, como dijo Genovés: "El artista no debe encerrarse en una torre de marfil. La introspección está muy bien por lo que concierne a la creación, pero en la vida hay que tomar partido e involucrarse. Así lo hizo Hernández Pijuan y la mejor forma de recordarlo es continuar trabajando".
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