Bush viaja a India para afianzar la relación estratégica con la nueva gran potencia
Washington trata de que Nueva Delhi actúe como contrapeso al auge de China
La India a la que George Bush llega hoy tiene poco que ver con aquel país líder de los no alineados -aunque alineado con la URSS- y encerrado en sí mismo de los años sesenta y setenta. La liberalización emprendida en 1991 y el eco de la caída del Muro de Berlín llevaron a Nueva Delhi al encuentro de Washington. Bill Clinton abrió el camino en 2000; ningún presidente de EE UU había ido a India en los 22 años anteriores. Ahora Bush mantiene la apuesta: el objetivo es que India se consolide como aliado natural y gran potencia global.
Washington, que comparte intereses crecientes con Nueva Delhi, confía en que el desarrollo de India sirva para neutralizar a China. Pero la relación no es sencilla. El principio de acuerdo nuclear firmado por Bush y el primer ministro Manmohan Singh en 2005 no se ha cerrado, porque el Congreso estadounidense desconfía, y no es el único; el viejo rechazo indio hacia Estados Unidos de la era pro Moscú permanece en un sector de la clase política, y habrá manifestaciones contra Bush, y Washington debe extremar la cautela con India para no herir sensibilidades en Pakistán y China.
Lo más difícil será firmar el acuerdo de 2005: a cambio de la cooperación nuclear y el uranio, India renunciaría a sus ensayos militares nucleares, abriría las centrales civiles a los inspectores del Organismo Internacional para la Energía Atómica y cortaría relaciones en materia nuclear con países como Irán. Pero el Congreso se resiste a modificar la ley que prohíbe la cooperación nuclear con países que no han firmado el Tratado de No Proliferación nuclear (caso de India y Pakistán).
Para intentar el acuerdo, Bush pidió a India "un plan creíble y transparente que separe los programas nucleares civiles y militares". Con ese plan, Bush podría tratar de convencer al Congreso y a los 44 países del Grupo de Proveedores Nucleares de que hagan una excepción.
India es el país estrella de la escena internacional. ¿Por qué? Ningún secreto: "Es importante políticamente porque es la mayor democracia del mundo; económicamente, porque es una de las grandes economías del globo, y demográficamente, porque pronto será el país más poblado del planeta", en palabras de Karl Inderfurth, que se ocupó del sur de Asia en el anterior Gobierno y que celebró, en el debate que él y otros expertos acaban de celebrar en la Brookings Institution, la continuidad de la política exterior de Estados Unidos con respecto a India. Si con Clinton empezó el deshielo, ahora la Casa Blanca ve a India -lo dijo en diciembre la secretaria de Estado, Condoleezza Rice- como "uno de los cinco grandes poderes mundiales", junto a Estados Unidos, Rusia, China y la UE.
"Si de este viaje y de posteriores hechos se deriva el reconocimiento" del perfil de superpotencia de India, "la visita de Bush podría ser histórica", señaló Stephen Cohen, uno de los principales expertos en India y Pakistán, aludiendo al anhelo indio de ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Tendría sentido esa posición: "El probable papel de China e India como nuevos protagonistas en el escenario mundial -de manera similar al ascenso de Alemania en el siglo XIX y de Estados Unidos en el XX- transformará el panorama geopolítico", según los pronósticos para 2020 del Consejo Nacional de Inteligencia. Algunos expertos creen que para entonces India "podría haber superado a China como la economía de mayor crecimiento del mundo".
En esta perspectiva, India necesita a Estados Unidos: su economía crece entre un 7% y un 8% y le hace falta energía para alimentar ese crecimiento -de ahí la cooperación nuclear- y ayuda para limpiar el agua y combatir el sida; precisa a la NASA para su industria espacial, y requiere inversiones. El mercado de valores Sensex creció un 50% en 2005, hay zonas privilegiadas de desarrollo y pertenecen a la clase media hasta 300 millones de indios, más que la población de EE UU, pero la pobreza sigue siendo extrema: todavía el 35% de sus 1.100 millones de habitantes subsisten con menos de un dólar al día.
Y Estados Unidos necesita a India, a sus profesionales y técnicos, y su mercado en expansión -Air India acaba de ordenar 68 aviones a Boeing por 11.000 millones de dólares-, pero, sobre todo, la necesita como aliado político: para evitar que en Asia mande sólo China y para afrontar el problema de Irán y otros retos de seguridad. India es razonablemente estable y, en un mundo hostil hacia la única superpotencia, siete de cada diez indios ven con simpatía a EE UU.
[Al menos 20 personas murieron ayer y 50 resultaron heridas en un atentado de supuestos rebeldes maoístas en el estado de Chattisgarh, centro de India, informa Efe.]
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