"Tenemos la oportunidad de crear un parque jurásico para la posteridad"
Palabra de taxónomo - en este caso Antonio García Valdecasas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) en Madrid-: "A los taxónomos siempre se nos ve como un tipo con un cazamariposas correteando por una colina detrás de uno de estos insectos". Claro que no todos clasifican mariposas. Quentin Wheeler es una autoridad mundial en insectos y recorre el planeta persiguiendo escarabajos. Además, es el jefe y conservador del departamento de Entomología del prestigioso Museo de Historia Natural de Londres. Wheeler es conocido también por abordar aspectos más teóricos e incluso filosóficos de la taxonomía. Recientemente ha visitado España para llamar la atención sobre la importancia de esta disciplina en un siglo en el que se estima que se extinguirán cientos de miles, incluso millones, de especies y para advertir del peligro de que la taxonomía sea reemplazada por la genómica como única herramienta para la clasificación de los seres vivos.
"Estamos dejando que se extingan las evidencias científicas de miles de millones de años de evolución"
"No se pueden conservar todas las especies, así que hay que establecer prioridades, y la taxonomía puede ayudar a hacerlo"
Pregunta. ¿Podría explicar en pocas palabras la importancia de la taxonomía?
Respuesta. Es la clave para comprender la diversidad biológica. Cuando los biólogos salen al mundo natural descubren que está naturalmente dividido en tipos de seres vivos que a su vez producen más tipos. Los taxónomos se encargan de separarlos y de hacerlos identificables y, después, crean clasificaciones basadas en patrones evolutivos para comprender su organización y las relaciones entre ellos. La taxonomía también proporciona un medio para la comunicación; sin una lengua precisa, sin nombres, tratar de hablar de 10 millones de tipos únicos de seres vivos [1,7 millones conocidos y 8 millones todavía desconocidos] es un auténtico reto.
P. Usted asegura que la taxonomía también tiene un papel básico en la conservación de las especies.
R. La palabra conservación implícitamente significa que se puede preservar lo que hay ahí afuera. En un mundo ideal seguro que sería posible, pero la realidad es que con la tasa de extinciones actual no hay forma de consagrar suficientes lugares naturales para conservar todo. La biología conservacionista ha pasado de preguntarse cómo conservar las especies a qué especies se quieren salvar. No se pueden conservar todas así que hay que establecer prioridades y la taxonomía puede ayudar a hacerlo si lo que se quiere es preservar la máxima cantidad de biodiversidad.
P. ¿No es una visión demasiado pesimista?
R. Se considera casi una herejía decir que uno quiere salir a clasificar especies antes de que se extingan, pero lo cierto es que las vamos a perder. No podemos ignorar que una vez existieron y de este modo reducir nuestra comprensión del mundo sólo para sentirnos mejor ignorando la cruda realidad. ¡Qué diferente sería nuestra forma de entender la evolución si no hubiéramos conocido los dinosaurios! Ahora tenemos la oportunidad de crear un parque jurásico para las generaciones futuras, podemos documentar cómo es el planeta ahora y ese es el trabajo de los taxónomos.
P. En sus palabras parece que se detecta un cierto tono de urgencia.
R. En las últimas décadas el dialogo y los argumentos públicos se han centrado en el medio ambiente, en el calentamiento global y demás, y hay que hacerlo porque es muy importante, pero en la biología además hay otra dimensión: la evolución. Ésta no es una prioridad y es un error porque, si algo se ha aprendido después de varias décadas de expediciones de la agencias espaciales ESA y NASA, es que éste es probablemente el único planeta biológicamente diverso que verán los humanos y estamos dejando que se extingan discretamente y sin hacer nada la mayoría de las evidencias científicas de miles de millones de años de evolución. Las generaciones futuras van a ser crueles con nosotros si ponemos todos los recursos en el desarrollo de técnicas moleculares cuando con poco dinero se puede coger un avión y descubrir cientos de miles de especies nuevas de insectos. En un par de generaciones, un entomólogo que intente conocer la evolución de estos grupos pagará cualquier cosa por acceder a esas especies desaparecidas. De ellas no van a quedar fósiles, así que cuando se vayan lo harán completamente.
P. ¿Hablando de biología molecular, por qué considera una amenaza para la taxonomía y para la clasificación de las especies la entrada de la genómica, de los análisis genéticos, en este campo?
R. En EE UU, por ejemplo, en la última década, alrededor del 90 % de la financiación se ha dado a la investigación en la llamada biología sistemática que produce diagramas de árbol [relaciones evolutivas entre especies] basados en moléculas y los estudios terminan ahí. Sin embargo, en el pasado el taxónomo traducía el árbol a la clasificación. El objetivo de la biología sistemática sólo es el árbol, pero si la clasificación no se actualiza no se podrá incorporar la información histórica que se recupere ni tampoco será posible hacer predicciones sobre las especies que quedan por determinar.
P. Quizá la genómica está forzando un cambio en una disciplina muy individualista con personajes llenos de sabiduría, pero aislados.
R. Es cierto que ha habido mucha erudición individual y es comprensible porque se necesitan años para ser la autoridad mundial de un grupo. Estoy de acuerdo en que la biología molecular está impulsando una visión más amplia porque también las preguntas taxonómicas son grandes. La taxonomía es una clasificación predictiva basada en la evolución y no se puede hablar de evolución si no se estudia cada lugar del mundo en el que existe una especie determinada. Por esta razón pienso que la progresión natural de la taxonomía es convertirse en una ciencia más global, porque un individuo solo no puede hacer ese trabajo. Ahora, con las nuevas herramientas, se pueden crear grupos internacionales que colaboren y que recojan y compartan datos a una escala que antes no se podía contemplar.
P. Se dice que hay alrededor de ocho millones de especies desconocidas. ¿Cómo se puede dar un número si no se sabe nada de ellas?
R. Son conjeturas, pero de mucha gente. En la comunidad científica se ha llegado a una conjetura de consenso, pero la realidad es que sabemos tan poco sobre biodiversidad que no podemos decir un orden de magnitud. Muy a menudo se dice 10 millones, pero algunas personas creen que son 100 millones. Los insectos son de los grupos más estudiados y conocemos un 25%, esto es 925.000 especies. Otro gran misterio son los microbios.
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