La bella contra la bestia
El Barça acude al encuentro del Chelsea con la misma liturgia de una final
Aunque sólo se trata del partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones, el Barcelona acude hoy al encuentro del Chelsea con la misma liturgia de una final. El barcelonismo ha convertido el duelo con el campeón inglés en un asunto de ley, como si necesitara cruzarse irremediablemente con los blues para sentirse legítimo aspirante a suceder al Liverpool. Más que una eliminatoria, se trata de una cuestión de supervivencia. Irreductible en Stamford Bridge, donde no ha perdido desde que manda Mourinho, el Chelsea acepta encantado el guante. Nada mejor para alcanzar en poco tiempo la gloria europea desde el reinado de Inglaterra que un reto instantáneo como el que le plantea el Barça.
El juego azulgrana causa tanta adulación como perplejidad despierta la pegada del Chelsea. La bella contra la bestia. Al Barça le anima un espíritu de revancha por entender que su pasada eliminación no sólo fue inmerecida, sino que se fraguó en las malas artes del juego. A veces parece incluso que al Barça le mueve un espíritu justiciero, tal que fuera el defensor del romanticismo en el fútbol y, como tal, el encargado de combatir al mejor representante del resultadismo. Ocurre, sin embargo, que el Chelsea disfruta con su papel de malo.
Al fin y al cabo, es el Barça el que ha mitificado el litigio con el Chelsea, que no tiene amigos ni enemigos, sino que trata a todos sus rivales con el mismo desprecio. El inglés es un equipo de autor formado por especialistas al que le apetece batirse con un selecto club de artistas como es el azulgrana. A Mourinho le van los mano a mano en los cuadriláteros mientras que Rijkaard es un técnico fiable a medio y largo plazo que se impone desde el silencio.
A favor del Barcelona juega que tiene mejor plantel que la temporada pasada y podrá formar una alineación más experta y competitiva. Aunque le falta Xavi, se ha endurecido y ataca con tres delanteros incontenibles. Desde su llegada, Ronaldinho cambió la cara al equipo y el humor al club, nadie sabe correr con la pelota como Messi y no hay delantero más ambicioso que Eto'o. Una vez claras las cosas en el ataque, el problema está en no cometer errores en la defensa porque el Chelsea penaliza cada concesión.
Cualquier aficionado sabe lo que hará el Chelsea y lo que no debe hacer el Barça, como si la afirmación de uno dependiera de la negación del otro. El equipo de Mourinho no necesita masticar el fútbol, sino que es el más certero en el arte del contraataque y la estrategia. El Chelsea de Terry, Lampard, Makelele y Robben simplifica el fútbol mejor que nadie. Le avala la calidad física. El Barça hará bien si evita el cuerpo a cuerpo, no pierde la pelota y mantiene el control emocional en una refriega de alto voltaje.
Los detalles, decisivos, van a favor del Chelsea porque el césped está hecho un asco, el color de Londres sigue siendo el gris y el clima abona más a la épica que a la estética. El Chelsea se siente en su escenario favorito. Al Barça, sin embargo, le motiva su afán por ajustar cuentas y el partido de vuelta. No hay un punto en común entre dos equipos irreconciliables y dispuestos a eliminarse desde esta noche.
Chelsea: Cech; Ferreira, Terry, Carvalho, Del Horno; Lampard, Makelele, Gudjohnsen; Cole, Drogba y Robben.
Barcelona: Valdés; Oleguer, Márquez, Puyol, Gio; Deco, Edmilson, Motta; Messi, Eto'o y Ronaldinho.
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