Para gestionar el monte, ¿cualquiera vale?
La noticia nos ha sorprendido a todos: una única titulación de ingeniero agroforestal con una duración de tres años más un año de prácticas en empresas, en donde introducen tres "menciones", ¿a modo de especialidades?: ingeniero agroalimentario, ingeniero agrícola y del medio rural e ingeniero forestal y del medio natural. En definitiva, lo que hoy son siete titulaciones se convierten en una.
Y nos ha sorprendido por dos motivos: porque había un consenso general entre ambos ámbitos profesionales en mantener carreras universitarias independientes y porque difícilmente se podrá formar a ingenieros capaces y preparados para actuar con ingenio y técnica en dos campos tan distintos, cuando no opuestos, como el agrario y el forestal, en tan sólo cuatro años. Muy probablemente, si alguien consulta los planes de estudio de estas carreras percibirá un tronco común, pero no mayor que el que puedan tener medicina y veterinaria, pero no por ello se propone una única formación médico-veterinaria.
¿En qué queremos ahorrar? Están las escuelas, hay profesores suficientes y cada vez nuestra superficie forestal es mayor. Más de la mitad del territorio español es monte, y de éste, más de la mitad son bosques. Su funcionamiento es complejo, nada que ver con un cultivo. Su gestión requiere plazos largos, varias generaciones y técnicas específicas y complejas, selvícolas, que buscan conservar y proteger el recurso "monte" y producir, sobre todo producir: producir recursos renovables, producir y diversificar paisajes, producir y generar ambientes naturales, producir y proporcionar protección a ríos y embalses, producir y formar suelos, producir y conservar especies vegetales y animales... No, definitivamente en nada se parece la técnica forestal que cuida y mejora el medio natural con los métodos y técnicas agroalimentarias, que lo transforman.
En un mundo cada vez más especializado, desconcierta que se proponga la desaparición de carreras con larga tradición y un aprendizaje consolidado que, a lo más, requerirían de una formación complementaria a la existente, pero nunca un recorte a lo que ya hay, camino inevitable si se fusionan profesiones tan distintas en una única carrera universitaria. Por eso, ante la inesperada noticia, me ha venido a la cabeza el poema de León Felipe... para enterrar a un muerto cualquiera vale, menos un sepulturero... y me pregunto si alguien pensó que también para gestionar nuestros montes, el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos, cualquiera vale.
Creo sinceramente que alguien del jurado se equivocó. Lo forestal y el medio natural no merecen una "mención", creo que sobradamente se han ganado el premio: una titulación propia y exclusiva para quien los cuide y gestione, que, además, deberá hacerlo bajo una perspectiva de cambio hacia la naturaleza que todos queremos pero que hemos recibido transformada por el yugo y el arado, de cuando era el dominio de la cabra y la oveja.
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