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Crítica:ROCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Todo un aristócrata

Bien es cierto aquello de que "quien tuvo y retuvo...".

El galés John Cale, con 64 años, ofreció anteanoche en Madrid una convincente actuación en la que revalidó su estatus de aristócrata de la experimentación sonora, profesional del underground con toque académico y algo clasicista y cierta rendición al formato del rock and roll como vehículo de expresión.

Acompañado de un excepcional trío de músicos, de entre los que hay que destacar al talentoso batería Michael Moore, Cale hizo un extenso repertorio para el que escogió canciones de toda su discografía, haciendo especial hincapié en la presentación de su último CD, Black Acetate. A ratos a la guitarra, otros con un teclado lírico y en otros manipulando una consola de ruidos, Cale se mostró estupendo de voz, hábil a la interpretación y un poco tendente a explorar en formato largo algunas de sus canciones en pos de lo inexplorado; esto a veces resultaba un poco aburrido. Llega más al espectador el Cale lírico y concreto, el que es capaz de defenderse a solas con el piano y su voz en clave más romántica. Pero tampoco estuvo nada mal cuando retornó a los tiempos de sus inicios en el mundo del pop, junto a Lou Reed en Velvet Underground.

John Cale

John Cale (voz, guitarra y teclados), Dustin Boyer (guitarra y coros), Joe Karnes (bajo y teclados) y Michael Moore (batería y coros). Sala Heineken. 18 euros. Madrid, sábado 18 de febrero.

Comenzó el concierto tocando la viola para interpretar la tortuosa Venus in furs, y unos minutos después atacaba de forma personal otro clásico de aquellos tiempos: Femme fatale. De entre las canciones nuevas, cabe destacar Perfect, un contundente tema de rock que posee elementos como para sonar perfectamente en la radio. Al final, solo con su piano, despedía a sus incondicionales de Madrid, nutrido grupo que llenó la sala y en el que había desde chavales de 20 años a espectadores de alrededor de 60, a los acordes de otra bonita canción propia: Pablo Picasso.

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