_
_
_
_
DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Será la violencia una cuestión de tamaño?

Aterroriza pensar qué clase de adolescentes disfrutan en pandilla grabando en un móvil diversas vejaciones contra una niña con síndrome de Down para estallar en viriles carcajadas de casino electrónico

Casos filmados

Las terroríficas imágenes de un grupo de soldados británicos apaleando con saña a varios niños en un solar de Irak son tan ultrajantes para cualquier noción de la dignidad humana como las risotadas del cabo, también británico, que las filma. No se sabe lo que queda de la famosa flema inglesa, si se considera que sus hooligans son los más violentos del mundo y que algunos de sus soldados, al menos en un país ocupado, se comportan del modo que puede verse. Luego se quejan si a un iluminado, tan ofendido como humillado, le da por liarse la dinamita -arma mucho menos sofisticada que un fusil de asalto reglamentario- a la cabeza y organiza su masacre particular. Como siempre, se trata de un caso aislado que no mancha el buen nombre de la institución. Pero el nombre de una organización armada y estatal está en entredicho cuando varios de sus representantes armados la emprenden a culatazos con un puñado de chiquillos. En Irak y en cualquier parte de este mundo. A saber qué pasa en lo que no se está filmando.

La sisa

Pero no sólo en el pérfido Oriente prolifera el bandidaje vocacional. En Málaga, "un grupo reducido" de agentes de la Guardia Civil (19 sobre 50, un 40% de los destinados en la Unidad Fiscal del aeropuerto andaluz) fueron detenidos por cometer un delito de cohecho. Las víctimas, de mayoría china, debían entregar 50 euros a sus protectores, a fin de no ser demasiado estorbadas en el engorroso trámite de revisión de los equipajes. Los chinos, que forman una gran familia, se advertían entre sí, de modo que cualquiera que entrara o saliera de Málaga por aeropuerto estaba al cabo de la calle acerca de lo que debía llevar en mano para ocultar el contenido de sus bártulos: nada de interés, bocetos de unos zapatos de firma, falsificar algo más serio. Alimentos, por ejemplo. Parece que era una práctica habitual del 40 % de los agentes propensos al atajo del redondeo.

Maltratar el aborto

El jubilado Gonzalo Gironés, ¡catedrático de Teología!, es aficionado a la estadística, como Borges, pero a lo bestia. En una hojita arzobispal de Valencia va y suelta que las 63 mujeres asesinadas por sus compañeros durante el año pasado no son nada al lado de los 85.000 abortos reconocidos para ese periodo, así que el clérigo provecto echa sus cuentas y le salen l.350 niños muertos por cada mujer asesinada. Como no consta que las víctimas adultas hubieran abortado o se propusieran hacerlo, el mísero teólogo se ve obligado a arremeter contra las mujeres en general, primero por abortistas en potencia (el varón todavía no goza de ese gustazo), y segundo por tirar de la lengua a sus parejas hasta obligarlas a matarlas. ¿Jubilado? La miseria eclesiástica carece de fecha de caducidad, pero la sociedad debe defenderse de la triste obsesión de esos sujetos y de sus fechorías.

Ni eta ni ota

Lo que pasa es que la derecha no puede soportar que los socialistas encaren con perspectivas de éxito el fin más o menos negociado de las atrocidades de ETA, porque esa era la gran tarea del torpe reinado aznarita y porque el rajoy-aznaritismo se ha cegado en la hercúlea tarea de sugerir que Rodríguez Zapatero es el mayor etarra honorífico de este mundo, así que hasta una de las respetables y respetadas víctimas del terrorismo va y dice que no entiende lo de negociar con el terrorismo vasco, porque si dejan las armas, desde dónde van a negociar, y si no las dejan, qué van a negociar, y entonces no es por distinguir entre víctimas de izquierda o de derecha, pero algún pretexto habrá que darle al canalla para que deje de serlo, alguna salida, algún escrúpulo, alguna consideración para que deje de recurrir al bombazo y tentetieso. Salvo que se desee aplazar semejante advenimiento bajo la foto de Aznar, naturalmente.

Guantanamera

Mientras en la fachada de su sección de intereses en La Habana pasa alegres mensajes sobre los derechos humanos, Estados Unidos mantiene en Guantánamo una prisión sin nombre que desdeña cualquier derecho conocido. Una comisión de expertos de la ONU en Derechos Humanos exige la clausura de ese centro de torturas, según un informe que los sicarios de Bush han calificado de "habladurías", ya que los expertos no llegaron a visitar la prisión. En la letra pequeña viene que no lo hicieron porque se les denegaba el permiso para visitar a los presos, en una muestra más de esa mezcla de cinismo y arrogancia con la que la primera potencia de este mundo arrasa Irak para liberarlo mientras mantiene (y no sólo en territorio cubano) una hiriente llaga de arbitrariedad asesina indigna de cualquier país civilizado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_