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Tribuna:POLÍTICA CULTURAL
Tribuna
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La Isla de la Tortuga o la cultura del PP

Es muy probable que muchos lectores se pregunten el porqué del título de este artículo. La respuesta es muy sencilla: en estos momentos, Valencia es como aquella isla maldita, mitificada por las novelas de aventuras, en la que encontraron refugio piratas, bucaneros y filibusteros. Pero en el caso de Valencia, la patente de corso no la ha dado un gobierno extranjero, sino un partido en el poder: el PP.

De una forma menos literaria, más directa, el pintor Eduardo Arroyo declaró a un periódico: "Valencia se está inundando de personajes que vienen a trincar, y hay gente dispuesta a pagarles con el dinero de todos". Efectivamente, desde la llegada de Eduardo Zaplana a la Presidencia del Gobierno autónomo, y continuando con su sucesor e imitador Francisco Camps, nuestra Comunidad ha sido el punto de referencia (y de irresistible atracción) para una serie de personajes cuyo norte lo marca la consecución fácil y rápida de dinero. Los dirigentes del PP han parecido ignorar siempre, apostando por esas opciones, que hay profesionales más próximos, cuya eficacia está fuera de dudas, así como su honradez. Pero a los responsables culturales del PP, si es que existen, esto les importa muy poco. De ahí que encarguen proyectos y festejos a gente que les deslumbra por sus "contactos", y que desde el principio, ya antes de "actuar", exigen contratos blindados, como Cosme María de Barañano y Letamendía, Luigi Settembrini, Aquile Bonito Oliva e Irene Papas, por poner unos escasos, pero relevantes, ejemplos. Y es muy conveniente subrayar que el segundo de los mencionados, el señor Settembrini, por lo que se ha publicado en prensa, tiene derecho a percibir 1.073.276 euros, si antes del año 2007 se rescinde el contrato que firmó con la Generalitat Valenciana. ¿Cuántos contratos blindados o con condiciones especiales existen en la Generalitat Valenciana? ¿Y por qué dilapida el PP el dinero público de tal forma?

El problema no reside en aquellos que parecen haber encontrado en la Comunidad Valenciana el fabuloso tesoro del capitán Morgan. El problema de verdad reside en los gobernantes y gestores del PP que nos han convertido en el hazmerreír y el chismorreo de puertas hacia afuera. Todo el mundo dice que en Valencia se paga por los mismos servicios el doble de la tarifa, y que además se promocionan los contratos blindados o los paraísos fiscales. Sólo hay que recordar algunos lamentables episodios como el malogrado e inútil Tercer Milenio de Valencia (y los extraordinarios salarios percibidos por sus organizadores); los talonarios a famosos con tal de que vengan a una Mostra del Cine, cada vez más devaluada, a entregar un premio y hacerse una foto; los paraísos fiscales de las facturas a Julio Iglesias; o las facturas falsas de Terra Mítica.

A los desmanes, devaneos y desvaríos culturales se ha unido la gestión caprichosa de los segundos de a bordo que capitanean la gestión de forma interesada, bien desde el Consorcio de Museos o desde el propio IVAM. Pero, ¿a cuánto ascienden caprichos y despropósitos? ¿Cuánto han costado (de verdad) las Bienales, cuántos visitantes (de verdad) han asistido, a cuánto han ascendido las indemnizaciones y despidos, a cuánto asciende la deuda con las imprentas y demás proveedores, qué pasará con proyectos como la Ciudad del Teatro o la ampliación del IVAM?

Hoy podemos asistir con estupor al vacío más absoluto en proyecto cultural por parte del PP. Quien haya visitado ARCO podrá comprobar cómo lo que muestra la Generalitat Valenciana es la maqueta de la Ciudad de las Ciencias y las Artes: no su contenido, ni su programación, ni su futuro cultural. Sólo un magnífico exterior de un contenedor que ahora no saben rellenar.

Pero como en las antiguas historias de piratas, de bucaneros y de filibusteros, los corsarios actuales también tienen subalternos. ¿Qué está pasando con la oscura, turbia y más que en entredicho gestión de contratación del Palau de les Arts? ¿Es verdad que existe una empresa familiar de la directora por la que pasan todas las contrataciones y fichajes? ¿Qué ocurre con el Museo San Pío V y el director general de Patrimonio, quien parece gestionar a su antojo este museo, sin dirección ni programación? ¿Qué ha ocurrido con la irregularidad de la adjudicación de las plazas de restauradores, dadas a dedo, con premeditación y alevosía, incluyendo dos casos de escándalo: la concejala del PP y directora de la Fundación Blasco de Alagón, que debería llamarse de "Carlos Fabra" por sus estrechas relaciones mercantiles, y la esposa del conseller Gerardo Camps? ¿Qué ocurre con el Museo del S.XIX, el cual ha desaparecido, pero sigue al frente su director Sr. Villaescusa, cobrando por los servicios prestados como antiguo director de Canal 9?

Algunos no salimos del estupor continuo al observar la desvergüenza con la que el PP gestiona todo lo que toca, pero sorprende más la impunidad con la que se atreven a no dar ninguna explicación pública y vemos cómo toda la tripulación de este barco de piratas se refugia en el acogedor ambiente de la Isla de la Tortuga.

Ana Noguera es diputada autonómica del PSPV-PSOE.

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