El PA al borde del abismo
Resulta penoso observar el cuestionado papel que está jugando el PA en el proceso de reforma del Estatuto andaluz. Mientras que el PP tiene claro qué hacer, confundir, y tratar por todos los medios posibles que su tramitación en el Parlamento se eternice en el tiempo y evitar así que esté lista en esta legislatura, nadie sabe a ciencia cierta cuál es la táctica que siguen los andalucistas, encabezados por su nuevo secretario general, Julián Álvarez. Obsesionados por diferenciarse del resto de fuerzas políticas han conseguido lo peor que le pueda suceder a un partido político: están pasando desapercibidos. Y para colmo, su abstencionismo en el debate es aprovechado descaradamente por los populares que no tienen remilgos en incorporarlos a su bloque cuando hablan de que estamos ante un estatuto que no cuenta con el 40% de los apoyos. Hay andalucistas que se muerden las uñas la comprobar el triste perfil que ofrecen los suyos con un dirigente como Álvarez que aparece ante los medios de comunicación de vez en cuando y, a ser posible, a través de nota de prensa, que es más cómodo. Ni siquiera sus intervenciones sirven para salvaguardar la imagen de un partido ligado de forma constante a conflictos y peleas internas. Esta semana, los últimos en dar el portazo y marcharse serán los de la localidad sevillana de Dos Hermanas en cuyo ayuntamiento se quedan sin representación, tal y como ya les ocurrió en Almuñécar con la marcha de Juan Carlos Benavides y en otros puntos de Andalucía.
La hábil jugada de Álvarez convocando unas primarias para su designación como candidato a la presidencia de la Junta pudo servir en su momento para conjurar el sambenito que le cuelgan desde su llegada a la dirección del partido acusándole de ser un mero instrumento del fundador del partido, Alejandro Rojas-Marcos. Ya no tendrán sentido aquellas especulaciones que apuntaban a una operación a favor de Manuel Pimentel. Pero aún así no puede evitar que su figura se vea empequeñecida ante las apariciones de un Rojas-Marcos que sigue queriendo tener su protagonismo propio en el debate político andaluz. Bien es cierto que al actual secretario general apenas le han dejado a hacer dado los continuos sobresaltos que ha sufrido pero eso nos óbice para que su formación hubiera planteado un mensaje más nítido ante una discusión como la de la reforma estatutaria en donde un partido nacionalista,por pura definición, tiene mucho que decir.
Su estrategia, por tanto, no parece estar dando los frutos apetecidos. El partido es una permanente convulsión con tanta lucha fratricida y sin que, para colmo, haya sabido incorporar a la primera línea nuevos personajes que insuflen un mensaje renovado y actualizado del andalucismo. Se encuentran al bordo del abismo sí, y lo peor es que no se perciben posibilidades de reacción. Antes al contrario, corren más peligro que nunca de que otros le roben su discurso. Es el viejo sueño de Javier Arenas quien podría encontrar por esta vía del andalucismo el reconocimiento que los electores le vienen negando sistemáticamente. Por eso, cada vez que le dejan ,se apropia de sus banderas, y a tenor de cómo se responde, parece que la jugada le está saliendo gratis, con un silencio cómplice que resulta muy inquietante para el futuro del PA.
Los restos del naufragio provocado por la derrota de Antonio Ortega tampoco parecen constituir la masa crítica suficiente como para configurar una alternativa clara. Tal vez sea ésta la única suerte con la que cuenta Álvarez , la debilidad de sus rivales que se muestran desunidos y sin un líder con la credibilidad suficiente como para galvanizarlos en un sólo frente. De todas formas ,de seguir así puede que las circunstancias cambien más pronto que tarde y se logre configurar una fuerza andalucista diferente y con el suficiente peso como para llevar al traste los planes de recuperación del PA.
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