La satisfacción de mejorar
El Ministerio de Educación distingue en ocho años a 15 centros formativos del País Vasco por su actuación en calidad
La introducción de los sistemas de calidad en la labor de los centros educativos se ha convertido, más que en una opción, en una condición. En diez años, lo que se presentaba como una apuesta aislada y voluntariosa se ha convertido en un elemento estratégico dentro del panorama de la formación reglada pre-universitaria, tanto pública como privada. En el caso español, el País Vasco ocupa un lugar destacado en este campo. Una muestra de ello es la presencia constante de centros de la comunidad autónoma entre los galardonados en los Premios a las Actuaciones de Calidad del Ministerio de Educación y Ciencia. En los ocho años que han transcurrido desde su primera edición, 15 centros del País Vasco han conseguido figurar entre los premiados en alguna de sus categorías.
Los resultados anulan los recelos con los que los profesores acogen a veces estos cambios
El centro Diocesanas de Vitoria fue el primero en recibirlo en el curso 1998-1999, en el que los colegios Somorrostro de Muskiz y Ursulinas de Vitoria también obtuvieron menciones honoríficas. Con 4.000 alumnos y cuatro instalaciones en la capital alavesa, Diocesanas imparte ESO, bachilleratos y ciclos formativos de Formación Profesional bajo unos estándares de calidad reconocidos con, entre otras distinciones, la Q de oro del Gobierno vasco en 2004. Pionero en la implantación de los sistemas de mejora continua en la gestión de centros educativos, su director, Paco Martínez de Contrasta, destaca como uno de los principales motivos la identificación con los principios que guían estas actuaciones: la importancia de la persona y de los equipos, la preocupación por el servicio educativo o la colaboración con el entorno, entre otros.
El esfuerzo realizado, tal y como defiende Martínez de Contrasta, merece la pena. "El mayor beneficio que hemos encontrado en todo este proceso es haber concretado un sistema de gestión de nuestro proyecto, que nos permite conocer en cada momento nuestros puntos fuertes y áreas de mejora, con indicadores objetivos y con la opinión de todos los grupos de interés", subraya el director.
Otro de los referentes en este campo del progreso en calidad es el Instituto de Formación Profesional Superior Bidasoa de Irún, que logró el Premio a la Calidad en la modalidad de centros públicos de Educación Secundaria en el curso 2001-2002. Su director, José Ignacio Iruretagoiena, destaca, al igual que su homólogo vitoriano, los beneficios de esta concepción de la gestión educativa. "Mejora el ambiente, mejoran los resultados académicos y laborales, repercute en todo y, por supuesto, en los alumnos. Nos volcamos con ellos, hacemos un seguimiento exhaustivo de su salida al mercado profesional, escuchamos sus sugerencias... Además, aquí nos guiamos por la idea de que la opinión y la labor del bedel o de la mujer de la limpieza es tan valiosa como la del profesor", condensa.
Iruretagoiena no cree que el carácter público o privado de un centro marque el desarrollo de un sistema de calidad, a excepción de la movilidad del profesorado. "En los centros públicos hay un 30% de docentes interinos y la estabilidad es necesaria para asentar una política de calidad. Pese a ello, se están alcanzando cotas altísimas en el sistema público. En nuestro caso, el 99% de los profesores que se ven obligados a cambiar de destino sólo piensan en volver porque, entre otras, se ven más reconocidos", argumenta.
Las razones que justifican una apuesta así las resume con claridad Eduardo Fernández, director del Colegio Zabalburu, uno de los tres centros vizcaínos -junto a los institutos públicos Urritxe-Zornoza, de Amorebieta, y Ategorri-Tartanga, de Erandio- distinguidos en la última edición del Premio. "Es una buena fórmula de avance y de mejora que permite al centro disponer de un mayor conocimiento y una mayor posibilidad de actuar mejor", indica.
El responsable de este centro bilbaíno, una sociedad cooperativa que imparte bachillerato y FP a algo más de 400 estudiantes, defiende que los resultados anulan los recelos con los que los profesores acogen en ocasiones estos cambios. "De un rechazo frontal por creer que va a representar un mayor control, una mayor presión o más trabajo, se pasa a un entusiasmo que se refleja en un alto grado de compromiso fundamental, porque en la educación la clave son las personas", detalla Fernández.
Así lo defienden también los responsables del colegio Vizcaya, una sociedad cooperativa de enseñanza en la que estudian cerca de 1.600 alumnos desde los nueve meses a los 18 años, y que recibió el reconocimiento ministerial por su aplicación del modelo de excelencia de gestión EFQM.
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