Ante la recogida de firmas
El pasado día 2 de febrero, alrededor de las cuatro de la tarde, pasé por la Puerta del Sol de Madrid. Con una curiosidad ¿insana? me acerqué a una mesa petitoria de firmas que el Partido Popular tenía allí.
Había un señor que acababa de firmar y que, además, aseguraba que lo que había que hacer era salir a la calle a manifestarse. Me hizo mucha gracia y le dije que ya estábamos en la calle y no hacía falta salir.
Entonces me dijo él que si no me importaba la unidad de España y todas esas alegorías que salen de la boca de los señores del PP. Le contesté que yo había salido a la calle para impedir que las tropas españolas fueran a Irak.
Lo que se me quedó en el tintero fue preguntarle si él era de los que siente animadversión por los catalanes. Porque si era así, no sé qué interés tienen los que no los quieren en que sigan perteneciendo a la famosa unidad española.
Desde luego, habría que pensárselo, pero yo estoy casi segura de que todos los catalanes no quieren ser independientes. Más bien, segura del todo.
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