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Necrológica:NECROLÓGICAS
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Víctor Mélnikov, pintor

Rechazó vender o exponer su obra

Víctor Mélnikov era conocido ante todo como conservador de la famosa obra maestra del constructivismo creada por su padre, Konstantín, en el callejón de Krivoarbat, donde el pintor vivió hasta su muerte, ocurrida a los 91 años de edad. De esa casa parecida a un silo, Víctor hizo un museo informal que se podía visitar por recomendación de gente que el pintor conocía. Sin embargo, si uno se plantaba en Krivoarbat Nº10 y tocaba directamente el timbre, tenía muchas posibilidades de que el infatigable Víctor, que hacía de entusiasta guía, le invitara a pasar.

Víctor no sólo era el dueño de la casa-estudio construida en 1927-1929 por el gran Konstantín Mélnikov, sino también de su archivo, la colección de dibujos, planos y notas que todavía no ha sido descrita ni evaluada, pero que indudablemente es de inmenso valor. Ahora el futuro de todo el legado de ambos Mélnikov parece incierto. Según el testamento, la hija de Víctor, Yekaterina Karínskaya, hereda la casa, pero con la condición de que organice en ella un museo de su abuelo y su padre y después la done al Estado.

La colección de dibujos de Konstantín Mélnikov y sus propias pinturas las dejó al Estado a condición de que se conserven en el nuevo museo. El problema es que hay un codueño de la casa, la hermana de Víctor, Ludmila, que tiene a su vez un heredero. Además, existe una segunda hija, Yelena, que fue desheredada.

Mélnikov, que estudió bellas artes en dos institutos, fue enviado a pintar escenas de trabajadores en la retaguardia durante la Segunda Guerra Mundial. Creó óleos con obreros de una fábrica de artillería en los Urales y soldados heridos en un militar hospital del Volga.Después de la guerra fue profesor y al mismo tiempo se convirtió en un famoso copista de obras maestras. Tras divorciarse de su esposa Irina Pávlova en 1961, se concentró en su propia pintura, ajena al mercado del arte.

Sus cuadros eran grandes, de tonos ocres, a veces abstractos y en otras ocasiones figurativos. Conscientemente, no exponía, ni vendía sus pinturas, ni entraba en contacto con el arte que le era contemporáneo. Vivía como un ermitaño y en la pobreza -aunque era dueño del archivo y la casa que valen más de millones de euros-, alimentándose frugalmente con verduras y té. Nunca vendió ni un solo dibujo, plano o notas de su padre para aligerar su vida. Como dijo un crítico, desde la altura de su pobreza despreciaba la misma idea de convertir el arte en dinero. Víctor Mélnikov ha dejado cientos de obras propias que ahora esperan el veredicto de los críticos y del tiempo.-

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