"Si Arco no cambia será como las rebajas"
Cuando Manuel Borja-Villel (Burriana, Castellón, 1957) asumió en 1998 la dirección del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), sumido en una crisis, no tardó en proclamar que quería convertir el centro en un espacio para el debate y la discusión. Primero, lo hizo con palabras; después, con propuestas propias o en coproducción, como Desacuerdos. Sobre arte, políticas y esfera pública en España, proyecto de investigación que impulsa desde hace tres años junto a Arteleku, la Universidad Internacional de Andalucía y el Centro José Guerrero para rastrear las prácticas, modelos y contramodelos culturales no dominantes de las últimas décadas. Ayer participó en San Sebastián en la presentación de un boletín -el tercero- que reúne algunos de los documentos debatidos en ese marco.
Pregunta. ¿Qué ha representado Desacuerdos para el arte español?
Respuesta. Varias cosas. Por una parte, una forma de colaboración que no es la de las franquicias, sino que está basada en entender que la cultura no es necesariamente representación, ni visibilidad, sino que puede ser negociación o discusión.
P. ¿Puede o debe?
R. Puede y enlazo con lo anterior. Estamos en un mundo de una banalidad absoluta a nivel internacional y en el caso español el peso que ha tenido Arco es síntoma de eso. Y no estoy en contra de Arco, sino de que haya sustituido a las universidades y que haya provocado una arcoización de los museos. En definitiva, de que se haya producido una sustitución de la cultura por lo social y de la crítica por el consenso, lo que implica la desaparición de la memoria más reciente. Que en esta situación Desacuerdos haga una reflexión histórica desde la Transición es fundamental. Luego, nos solemos quejar de que el arte español no está en ningún sitio.
P. ¿Con razón?
R. Eso es objetivo, no estamos en ningún sitio.
P. ¿No estamos a la altura?
R. No es eso, pero creo grave esta sustitución de la cultura por lo social en un país donde casi no hay discurso, en una época en la que éste es fundamental. Países como Brasil o Argentina tienen por eso un papel internacional más relevante que España. En un país donde el coleccionismo y el mercado son débiles y ampliamente subvencionados es necesario pensar que podemos buscar otros modos de producción, distribución y relación, que se pueden hacer las colecciones de otra forma. Volviendo a Arco, si sigue como hasta ahora está condenado a convertirse en una especie de rebajas de El Corte inglés, en algo secundario, pero tengo mucha confianza en Lourdes Fernández.
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