Blair pide a su partido que apoye nuevas medidas antiterroristas
Derrota contra pronóstico de los laboristas británicos en uno de sus feudos en Escocia
El laborismo británico sufrió anteanoche un inesperado revés al perder las elecciones parciales en uno de sus feudos de Escocia. Sólo un consuelo para ellos: los electores castigaron también al renovado Partido Conservador de David Cameron y otorgaron el escaño a los liberales-demócratas, a pesar de la crisis que atraviesan desde hace dos meses.
Tony Blair ignoró la derrota electoral en su intervención ayer en la habitual conferencia de primavera del partido, en la que pidió apoyo para que los Comunes aprueben la semana que viene nuevas medidas antiterroristas y para la controvertida reforma de la educación.
Las elecciones en la circunscripción de Dunfermline y West Fife, convocadas para cubrir el escaño de la diputada laborista Rachel Squire, fallecida en enero, supusieron un pequeño terremoto político. Los laboristas, que en las generales de mayo obtuvieron el 47,5% de los votos y disponían de una confortable ventaja de casi 12.000, vieron caer el apoyo de los electores al 30,5% y recortada su mayoría en los Comunes a 64 diputados.
Los liberales, que empezaron la campaña con el objetivo de no verse relegados al tercer puesto por el Partido Nacional de Escocia (SNP), obtuvieron un sorprendente 35,8%, 15 puntos más que en mayo, y Willie Rennie se convirtió así en su diputado número 63.
Los conservadores, que a nivel nacional atraviesan un momento dulce desde la llegada de David Cameron al liderazgo del partido, sufrieron su primer revés electoral al pasar del 10,3% de los votos en mayo del año pasado a tan sólo el 7,8%. La participación, aunque 11 puntos más baja que en las generales, rozó un muy respetable 49%.
Aunque las elecciones parciales son un mal termómetro de la temperatura política nacional porque suelen castigar a los Gobiernos y están a menudo dominadas por contenciosos locales, la derrota del jueves por la noche fue un serio revés para los laboristas y una advertencia para los dos líderes del partido, el primer ministro Tony Blair y su aspirante a sucesor, el ministro del Tesoro, Gordon Brown. Para Blair porque un rosario de derrotas en elecciones parciales podría acelerar su marcha. Para Brown, porque los comicios fueron en un territorio vecino a su circunscripción electoral y ha viajado hasta cuatro veces allí estos días para hacer campaña. La reforma de algunos distritos electorales hace que en las próximas generales tenga que disputar el escaño al diputado liberal elegido anteanoche.
Brown, que se encuentra de viaje en Moscú, se abstuvo de hacer comentarios sobre el resultado de la votación. Blair, mientras tanto, en el congreso de primavera en Blackpool, optaba por ignorar el tropiezo.
El primer ministro pidió "valentía" a las bases laboristas y citó específicamente los asuntos inminentes que pueden marcar su futuro político: la reforma educativa, que cuenta con numerosos detractores en los sectores más tradicionalistas del partido, y tres votaciones trascendentales la semana que viene en los Comunes, primero sobre el carné de identidad y luego sobre la aprobación de nuevas medidas antiterroristas y sobre la renovación de la controvertida Ley de Prevención del Terrorismo de 2005.
Atentados de Londres
La nueva ley Antiterrorista, la enésima que promueven los laboristas desde su llegada al poder, introduce diversas medidas anunciadas tras los atentados de julio pasado en Londres para castigar la incitación al terrorismo, la preparación de atentados terroristas, delitos relacionados con el uso o posesión de materiales radiactivos y el incremento de penas por delitos terroristas.
La ley de Prevención del Terrorismo de 2005, que introdujo las polémicas órdenes de control que permiten a la policía mantener prácticamente bajo arresto domiciliario a un sospechoso de terrorismo al que no quiere llevar a juicio para no delatar el origen de las pruebas contra él, fue aprobada tras una serie de agotadoras idas y venidas entre la Cámara de los Comunes y la de los Lores con la condición de que el Parlamento prolongara año tras año la vigencia de la ley.
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