_
_
_
_
_
Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cantar y torturar

La tertulia televisiva de Channel nº 4 (Cuatro) comentó el estreno del concurso ¿Cantas o qué? (Antena 3). Al enterarse de que uno de los concursantes era el levantador de piedras Iñaki Perurena, Pablo Motos se preguntó: "¿No habíamos quedado que en España estaba prohibida la tortura?". Motos es un experto en anomalías musicales: se dedica a encontrar mensajes ocultos en canciones extranjeras. ¿Cantas o qué? aplica a la canción lo que ¡Mira quién baila! (TVE) al baile: famosos encontrando vocaciones ocultas dentro de sí mismos y premios benéficos. Presenta el invento Paula Vázquez y reúne una mezcla de actores, toreros, misses y modelos. Para juzgar la temeridad de los aspirantes, hay un jurado benévolo compuesto por profesores competentes y algún diletante exótico. La suma es un ejemplo de entretenimiento blanco y un homenaje al karaoke que lleva al espectador a preguntarse qué es más cruel: ¿ver a alguien bailar mal o temblar ante la inminencia de una nota desafinada?

La respuesta es que los bailarines de MQB tienen la suerte de estar acompañados por sus parejas de baile. Los cantantes de COQ, en cambio, están solos ante el peligro, y eso aumenta el padecimiento de quienes ponemos a prueba los límites de nuestra vergüenza ajena, aunque refuerza el valor de sus aciertos. Que sea un calco más pobre de un programa tan reciente como MQB es un arma de doble filo (Deltell hace de Mariano, Perurena de Romay). Quizá atraiga a la audiencia que tuvieron los bailarines pero induce a una comparación que no le favorece. Y, como ocurre en esas salas de karaoke en las temibles fiestas con compañeros de trabajo, viéndoles agarrados al micrófono, dinamitando su sentido del ridículo, experimentas sensaciones diversas (compasión por el esfuerzo estéril o estupefacción ante la prodigiosa capacidad para desafinar) que, a falta de nada más fuerte, ahogas en alcohol. Por cierto: Iñaki Perurena cantó en euskera, un hecho excepcional en una cadena estatal de un país en el que, hasta que no se demuestre lo contrario, la tortura está prohibida.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_