El valor de una medalla
Puede que algunos se sientan decepcionados, pero se equivocan. Hay que dar a la medalla de plata que ha conseguido España en el Europeo el valor que tiene. Volver a ganar es la máxima dificultad que se plantea en el deporte de alta competición. Y ayer se demostró. Pero la selección de Pastor mantuvo un altísimo nivel competitivo hasta el último día. Llegó a la final y sólo perdió contra un equipo al que ya había superado, pero que esta vez fue superior. Es algo que puede ocurrir, pero que no resta valor a lo logrado.
Francia asentó bien su defensa y supo cambiarla del 6-0 al 5-1 en los momentos en que le hizo falta. Fue la base que le dio confianza y le permitió desplegar todo su potencial también en el ataque. La baja de Barrufet, en el minuto 15, se acusó en la segunda mitad de la primera parte y permitió a Francia irse de cuatro goles. Pero en el segundo periodo Hombrados paró lo que debía. Estuvo acertado, pero mal protegido. Fue todo el equipo el que bajó el tono defensivo y comenzó a acusar el cansancio de estos días. Eso se notó no sólo en el poco acierto de los lanzadores, sino especialmente en un hombre de la efectividad del extremo Rocas, que notó el esfuerzo de haber jugado tantos minutos.
Francia supo aprovechar los contraataques tanto de primera como de segunda oleada. Y encontró en su central Karabatic a su hombre más eficaz. Me parece increíble que el primera línea francés no fuera nombrado el mejor jugador del torneo. Creo que Barrufet y él se lo merecieron más que Balic. Pero me parece impresentable que Karabatic no estuviera ni siquiera en el siete ideal. Para mí, ha sido el jugador más desequilibrante de este campeonato. Y ha sido fundamental tanto en el ataque como en la defensa en la selección campeona europea.
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