"No hemos dejado de ser creativos"
Mar i cel y El Mikado, estrenada el miércoles, son los espectáculos más recientes de Dagoll Dagom. Ambos son recuperaciones de montajes históricos de la compañía: el primero de 1988 y el segundo de 1986. El director Joan Lluís Bozzo (Barcelona, 1953) no considera que eso signifique en absoluto que están faltos de ideas. "No hemos dejado de ser creativos, esas dos recuperaciones no significan ninguna merma de nuestra creatividad", afirma un poco mosca. "Es como si tuvieramos que ir pidiendo excusas", explica. "Lo que ocurre es que cuando tienes un buen reportorio como es nuestro caso es bonito ir revisándolo. Si no puedes usar tu propio repertorio, apañados estamos". Bozzo recuerda que el público ha apoyado totalmente la iniciativa en el caso de Mar i cel. "Ha ido bien y eso nos reafirma mucho". No sólo eso: el nuevo montaje ha acaparado cinco nominaciones y es favorito para los Premios Max que se fallan el 13 de marzo. Además, Dagoll Dagom negocia con productores extranjeros hacer Mar i cel fuera. Por su parte, El Mikado en su nueva versión también parece bien encarrilado. "Vamos a seguir reponiendo repertorio, la gente tiene ganas de verlo. Pero somos igual de creativos y también haremos nuevos espectáculos".
"Hace tiempo que no hay un espectáculo o una idea que cambie las normas del juego"
Dagoll Dagom tiene previsto estrenar un nuevo montaje este año en el teatro Victòria. Barajan varias opciones -"no nos acaban de convencer"-, pero ha supuesto un serio contratiempo no haber conseguido los derechos para hacer un musical sobre Anna Frank.
Para Bozzo, una de las características del actual panorama escénico catalán es la pérdida de peso de las compañías. "Cuando nosotros empezamos, el ideal de entonces era formar parte de una compañía, al estilo de Els Joglars o Comediants. Todos nuestros proyectos de futuro pasaban por ahí. Ese sistema de valores ha cambiado. Ya no es ésa la aspiración de los jóvenes, han individualizado sus ambiciones. El sueño colectivo, cooperativo, se acabó. Paradójicamente hemos regresado a las viejas fórmulas que pensábamos superadas del primer actor, de las jerarquías, de la forma de producción clásica. Las décadas de 1970 y 1980 han resultado ser sólo un paréntesis".
Al pasar revista a la situación, Bozzo se detiene en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC). "Hemos hecho Mar i cel en coproducción con el TNC, pero no ha sido fácil. Sabemos que en el entorno de la dirección hubo voces muy discrepantes, que opinaban que nosotros no teníamos nada que hacer allí. Finalmente ha resultado un éxito".
Bozzo opina que el TNC se encuentra en un impasse entre la interminable salida de Domènec Reixach y la toma de riendas del nuevo director, Sergi Belbel. Recuerda que Ciatre, la asociación que reúne a las compañías privadas de Cataluña y de la que forma parte Dagoll Dagom, hizo "un pacto, cuando Flotats, con el Departamento de Cultura por el que el 33% de las inversiones del TNC irían a las compañías independientes, las verdaderas sustentadoras del teatro catalán. Gracias a ese pacto dimos apoyo a la reformulación del TNC, y eso no ha cambiado. Pero el pacto no se cumple. Y el caso es que es un buen camino para el TNC. Cada año debería hacerse un espectáculo con las compañías, eso suma refuerzos". Bozzo reconoce que en el TNC se les ha tratado bien con Mar i cel, aunque precisa que han rentabilizado la producción como ningún otro espectáculo, han recuperado el dinero invertido y están gananado".
Desde el punto de vista creativo, Bozzo considera: "Falta que salga algo rompedor. Hace tiempo que no hay un espectáculo o una idea que revolucione, que cambie las normas del juego. Pero la calidad global es muy alta. el nivel medio muy bueno. Lo que pasa es que nos gusta fustigarnos y muchas veces reventamos lo que hacemos". Señala que la cartelera barcelonesa es mucho más rica y larga que la de, por ejemplo, Roma, y sólo comparable a la de Londres y Nueva York en el tiempo largo que permanecen las producciones en cartel". En su opinión hay "una saturación de la oferta" y demasiados teatros".
Bozzo es muy crítico con lo que considera una falta de interés del Ayuntamiento por el Paral.lel barcelonés, al que, denuncia, se ha dejado morir . "Se ha pasado de él de manera olímpica, cuando merecía un plan integral de saneamiento y reordenación, una operación imaginativa -cines, tranvía-, para volver a ser el gran bulevar de diversión nocturna, ocio y espectáculo de la ciudad". Para el director, "una recuperación de la Barcelona republicana habría pasado por recuperar el Paral.lel".
La escena catalana, en su opinión, atraviesa un momento poco reivindicativo, de calma. Lo achaca a que la vida del país se encuentra "monstruosamente vertebrada en torno al Estatuto". Considera la obsesión estatuaria algo "paranoico y monomaniaco que parece haber borrado todo lo demás". No sólo se ha paralizado el país, opina, "sino que han aflorado bajas pasiones, te das cuenta de que este es un país no resuelto aún, que cuando rascas salen odios ancestrales y viejos fantasmas".
Señala Bozzo "la crispación que ha provocado la derecha con sus viejos argumentos" y dice estar "preocupado y desengañado". Del caso Boadella, dice que no entiende ni comparte su "crítica al catalanismo político" ni su idea de "la necesidad de un nuevo partido político que defienda los derechos de los castellanoparlantes en Cataluña", aunque reconoce que cada uno tiene el derecho de "hacer lo que le parezca". Y sintetiza: "como creador lo admiro mucho, como pensador político lo encuentro poco sensato".
Del cambio que ha traído el tripartito, dice que lo más interesante es el refuerzo del Instituto de Industrias Culturales y la posibilidad que ofrece de ayudar con créditos blandos. "Ofrece un concepto de subvención más dinámico y profesional, en el que ya no vas tan subordinado sino como partenaire. Es una fórmula más adulta".
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