Un accidente providencial
En Visitando al señor Green, Jeff Baron desarrolla un pugilato entre dos personajes. El que da nombre a la obra, interpretado por Juan José Otegui, es un octogenario hosco. Acaba de enviudar, ha dejado de pagar el teléfono, no tiene televisión... Ross, su joven antagonista, conducía por encima de la velocidad permitida cuando lo atropelló: ha sido condenado a ayudarle en las labores del hogar un día por semana.
En su tercera visita, Ross (Pere Ponce) se encuentra a Green tirado en el suelo de su casa. Tiene la nevera vacía. Se está dejando morir. Durante este primer acto, Otegui es mejor que la comedia: la encarna, le presta su cuerpo, su manera, la hace suya. Resulta admirable en todo. Crea un personaje en la línea del tasador de El precio, de Miller, que interpretó en compañía de Juan Echanove.
Visitando al señor Green
De Jeff Baron. Adaptación: Bernardo Sánchez. Versión: F. Masllorens y F. González del Pino. Intérpretes: Juan José Otegui y Pere Ponce. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Escenografía y vestuario: Ana Garay.
Dirección: Juan Echanove. Teatro Bellas Artes. Madrid.
Pere Ponce arranca algo acelerado, llevado por su personaje: tiene un cargo ejecutivo. Es judío. Green, también: sigue a pies juntillas las leyes de su religión. Ross no es practicante. Pero comienzan a entenderse. Hasta que el joven confiesa al viejo que es gay. ¡Eso va contra la torah!
Cuando el segundo acto comienza, ya conocemos el verdadero perfil emotivo de los personajes. Green es un suicida en potencia: quizá fuera atropellado porque cruzó sin mirar. No sabe a qué agarrarse en la vida. Y el ejecutivo agresivo tiene problemas de integración graves: sus padres le han hecho el vacío, lleva cuatro años sin tener relaciones íntimas... Jeff Baron le da a la peripecia siete vueltas de tuerca: mejor no revelarlas. Construye una trama emocional bien medida, sin que se note la carpintería. Está a punto de caer en la sensiblería: se contiene. Dosifica sus bazas dramáticas.
Va quitándole capas de cebolla a sus personajes, hasta mostrar cuán frágiles son. El viejo categórico ha hecho mucho daño a los suyos. Ross se lo ha hecho a sí mismo. El atropello que los unió fue providencial. Les va a cambiar la vida. Pere Ponce se crece según avanza la función. Lo mejor del trabajo de Echanove, que debuta como director, es que apenas se nota.
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