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Reportaje:

Vestir con espíritu 'funk'

Un vizcaíno licenciado en Historia crea una empresa de ropa que se comercializa en 680 tiendas de tres continentes

Mikel Feijoo, licenciado en Historia, de 37 años, constituyó formalmente en 1999 la empresa de ropa de la marca Skunkfunk en un palacete próximo a Gernika. A pesar de haber fijado su sede en Vizcaya, eligió un nombre en inglés que pudiera ser pronunciado con relativa facilidad en casi todo el planeta, aunque su traducción literal apenas tuviera sentido (skunk es una clase de marihuana y funk, un estilo musical). Y gracias a su presentación en festivales alternativos, sus prendas, de estilo urbano y con un aire entre desenfadado y chic, comenzaron a comercializarse desde el principio en tiendas de Portugal, Gran Bretaña, Alemania y Francia.

En seis años, vende sus diseños en 680 establecimientos de 15 países europeos, además de en la ciudad japonesa de Yokohama, San Diego (EE UU) y Moscú. Emplea a 20 personas, mantiene en Gernika un almacén de 1.500 metros cuadrados y ha llegado a facturar siete millones anuales. "No somos una marca española, ni local. Es muy difícil ahora mismo sacar adelante con éxito una compañía centrada en un mercado local", defiende el fundador de esta casa textil con connotaciones juveniles, aunque orientada también al público adulto.

Su primera colección, en 1996, se presentó en festivales de música como Doctor Music, Benicàssim o Festimad

Y si sorprendente ha sido la progresión que en poco tiempo ha alcanzado la empresa, más lo ha sido su proceso de creación. Tras completar la carrera de Historia en la Universidad del País Vasco, Feijoo se trasladó a Londres, donde durante siete años aceptó todo tipo de ofertas laborales que le permitieran subsistir: desde poner ladrillos hasta limpiar alcantarillas o servir copas. Siempre que podía aprovechaba para viajar, mochila en mano, por medio mundo. Nunca fue un esclavo de la moda. "Hay gente que le da mucha importancia a vestir bien y otros le dan muy poca. Yo siempre he estado en el medio", recuerda. Pero en la capital de Gran Bretaña comenzó a frecuentar mercados en busca de prendas de cuero con fácil venta en España.

Con la ropa que le suministraban los proveedores londinenses, en 1992 inauguró en Gernika su primera tienda, que dos años después cerró para reabrir otra en un local más amplio. Antes de registrar Skunkfunk (www.skunkfunk.com), diseñó algunas camisetas y pantalones que le sirvieron para tantear el mercado y centrar ideas. "Me tuve que fijar en cómo lo hacían los demás, porque no tenía ni idea de confección", confiesa. Al principio, adquiría camisetas semi acabadas y prendas militares a las que confería un estilo propio. A fuerza de corregir errores, empezó a cortar y coser sus primeros prototipos, cuya reproducción encargaba luego a talleres. Para el año 1996 contaba ya con una colección propia, que se presentó en mercadillos de festivales de música como Doctor Music, Benicàssim o Festimad, donde hizo clientes de diferentes países. En 1997, comenzó a trabajar junto con un amigo de su infancia, Luis Alberto Gandarias, licenciado en Empresariales; y en 1999 se incorporó la alemana Anika Schmitt, actual jefa del equipo de diseño.

Tras registrar la marca, abrieron una tienda Skunkfunk en la Plaza Nueva de Bilbao para vender sus artículos y estudiar de una forma más directa las preferencias del público, explica Feijoo. Este establecimiento, que también ofrece ropa de otros fabricantes, es el único propio que mantiene esta compañía. Sus responsables desecharon desde un principio la implantación masiva de tiendas y se centraron en la búsqueda selectiva de nuevos clientes en todo el mundo y en la posibilidad de que éstos pudieran utilizar la marca como principal reclamo. Así surgieron las llamadas "tiendas funk", comercios que, sin ser franquicias, se apoyan en esta firma. Existen 10 en distintas ciudades de España, Portugal, Alemania y Andorra. Además, otros 670 establecimientos, de los que 160 son españoles, comercializan también productos de esta firma, que cada temporada lanza unos 300 artículos de vestir, además de bolsos, cinturones y ropa interior. "Entre nuestros clientes tenemos desde boutiques hasta tiendas de skate. Pero sobre todo buscamos una política comercial tranquila. Nunca venderíamos a El Corte Inglés, porque los grandes almacenes acabarían por quemar la marca", sostiene Feijoo.

El precio asequible de sus artículos -un pantalón ronda los 60 euros- es, según el fundador de esta empresa, una de sus principales bazas. Otra es el cuidado cosmopolitismo de su imagen corporativa. Cada colección se presenta con fotografías tomadas en una ciudad distinta: si para la del invierno de 2005 Schmitt y Feijoo posaron en las calles de París, jóvenes de origen asiático avanzan las camisetas y faldas de la próxima primavera en las calles de Shangai.

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