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Reportaje:

La nueva ruta de las pateras a Canarias

Las barcas zarpan desde las ciudades saharauis de La Güera, Dajla y Bojador hacia las islas más occidentales

Las redes que controlan el tráfico de inmigrantes desde el Sáhara Occidental hacia Canarias se han desplazado desde los alrededores de El Aaiún, en donde estaban siendo acosadas por la policía marroquí, hacia el sur del territorio. Las pateras zarpan ahora desde las inmediaciones de Bojador, Dajla y La Güera. El pasado diciembre llegaron a las costas del archipiélago 32 embarcaciones, ocho más que el mismo mes del año anterior.

Hace sólo dos años, cientos de subsaharianos se escondían en la Saguia El Hamra, un cauce que desemboca al norte de El Aaiún, a la espera de que los traficantes les embarcaran hacia Canarias. Los gendarmes marroquíes hacían la vista gorda hacia un negocio del que muchas veces se beneficiaban. En diciembre de 2003 llegaron al archipiélago 40 pateras.

"Cuanto más al sur se sale, más al oeste se llega", dice un capitán de la marina mercante

La mejoría de las relaciones entre España y Marruecos tras la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al Gobierno, en marzo de 2004, tuvo un reflejo inmediato en la lucha contra la inmigración irregular. Los gendarmes recibieron órdenes de perseguir el tráfico de personas, y el número de pateras que alcanzó Canarias en diciembre de aquel año cayó hasta 24, casi la mitad del anterior.

Las autoridades de Rabat extremaron su celo a finales del año pasado, cuando cientos de subsaharianos intentaron entrar al asalto en Ceuta y Melilla. Hoy la Gendarmería controla la costa del Sáhara entre el paralelo 27º 40', que marca la frontera norte del territorio, y las playas situadas al sur de El Aaiún. Las lluvias caídas en los últimos meses han inundado el cauce donde antes se escondían los subsaharianos. Y, sin embargo, el tráfico de pateras ha resucitado.

No sólo están llegando a Canarias más embarcaciones que hace un año. Además, arriban a las islas más occidentales, donde el Ministerio del Interior aún no ha desplegado el Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE), que permite detectarlas.

En diciembre de 2004, 23 de las 24 pateras que alcanzaron el archipiélago fueron interceptadas en Lanzarote y Fuerteventura, las islas más cercanas a la costa africana. Este año, 22 de un total de 32 arribaron a Gran Canaria y Tenerife. Y este mismo mes han llegado embarcaciones a La Gomera e incluso a La Palma, dos de las islas más alejadas del continente.

La policía española ha examinado los GPS que utilizan los inmigrantes y los datos proporcionados telefónicamente por familiares de éstos, angustiados por la falta de noticias, para reconstruir las rutas de las pateras. Así ha descubierto que la antigua ciudad española de La Güera, vecina de la mauritana Nuadibú, se ha convertido en centro del tráfico de subsaharianos hacia Canarias.

Tras el abandono de España y la ocupación del Sáhara por Marruecos, La Güera degeneró en un nido de contrabandistas de tabaco, que ahora parecen haberse pasado al más lucrativo tráfico de personas. De allí zarpan los cayucos o pirogues, de entre 12 y 18 metros de eslora, que en las últimas semanas han llegado a las islas. Empujados por un motor Enduro-Yamaha de 40 caballos, costean el Sáhara hasta Bojador, donde se separan del continente y ponen rumbo noroeste.

Casi a esa misma altura, unos 120 kilómetros al norte de Dajla, la antigua Villa Cisneros, se halla el uad Assaj. Ese cauce ha sustituido a la Saguia El Hamra como campamento y fábrica de pateras que zarpan desde las playas situadas entre Dajla y Bojador, más al norte. Las embarcaciones que se hacen al mar desde ese punto son más pequeñas que los cayucos (tienen seis metros de eslora), llevan motores menos potentes que aquellos (entre 15 y 25 caballos) y sus pasajeros suelen ser marroquíes o saharauis.

Al igual que los cayucos, las pateras enfilan rumbo noroeste para evitar los radares desplegados en Fuerteventura y Lanzarote. A unos kilómetros de la costa enlazan con los ramales de la corriente general del Golfo, sobre la que navegan los grandes cargueros que se dirigen desde Cabo Verde hacia el norte, pasando entre Gran Canaria y Tenerife, y que en esta época del año es especialmente activa.

Un capitán de la marina mercante recurre al refrán marinero para explicar la ruta de las barcas: "Cuanto más al sur se sale, más al oeste se llega". Si tomamos Dajla como punto de partida, es Hierro, la más occidental de las Canarias, la isla más cercana (426 millas). Lanzarote y Fuerteventura, antaño desbordadas por la inmigración irregular, quedan demasiado lejos para las nuevas rutas de los traficantes (500 millas).

Barcas de pesca destruidas por las autoridades marroquíes en Dajla, al sur del Sáhara Occidental.
Barcas de pesca destruidas por las autoridades marroquíes en Dajla, al sur del Sáhara Occidental.ULY MARTÍN

Falsos miembros del Polisario

Los marroquíes y los saharauis que llegan a Canarias han ideado un método para intentar evitar su repatriación: se identifican como miembros del independentista Frente Polisario y reclaman asilo político. Desde 1975, año en que el Sáhara Occidental fue abandonado por España y ocupado por Marruecos, el territorio se encuentra pendiente de un referéndum de autodeterminación.

En mayo pasado comenzaron a producirse en las principales ciudades pequeñas pero continuas manifestaciones, en las que se mezclan las exigencias sociales con reivindicaciones independentistas. Las fuerzas de seguridad marroquíes reprimen las revueltas con una dureza desproporcionada que ya ha causado al menos dos muertos.

Esa situación ha despertado un amplio movimiento internacional de solidaridad con los saharauis. Conocedores de ello, muchos inmigrantes económicos marroquíes llegan a Canarias desplegando banderas del Polisario y mostrando fotografías, obtenidas con un teléfono móvil, en las que aparecen enarbolando pancartas y enseñas junto a supuestos compañeros de la lucha independentista.

Sin embargo, las investigaciones realizadas han demostrado que la mayoría de ellos son marroquíes procedentes de los Campamentos de la Unidad, barrios chabolistas en los que se hacinan decenas de miles de individuos que en los años noventa fueron trasladados al territorio por el Gobierno de Rabat para asegurar su control demográfico.

En los últimos meses, y con el fin de hacer cumplir una moratoria pesquera, las autoridades marroquíes han comenzado a destruir las barcas con las que, sobre todo en Dajla, muchos de los colonos se ganaban el sustento. Esa medida ha aumentado el número de candidatos a la emigración y, también, el de falsos polisarios.

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