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Entrevista:SALVADOR LÓPEZ | Dirigente histórico de CC OO

"El textil se ha dormido y hoy necesita adelgazarse"

Salvador López (Murias del Camino, Lugo, 1951) dejó el viernes la secretaría general de la Federación de Industrias Textiles, Químicas y Afines (Fiteqa) de CC OO en Cataluña después de estar 16 años al frente. Llegado a Barcelona en 1963, deja su despacho de Via Laietana por otro en la madrileña plaza de Cristino Martos, desde el que dirigirá la política industrial y la negociación colectiva de toda la federación. Atrás quedan crisis como las de los laboratorios Doctor Andreu o Fides, los espinosos cierres de Puigneró, Levi's o la paternidad de los contratos Pirelli, que abrieron la puerta a fórmulas de doble escala salarial y cuya tesis sigue hoy defendiendo. Analfabeto hasta los 16 años, Salva López, nostálgico de Os Ancares, su tierra, enamorado de Cuba y amante de la buena mesa, pasa a Jesús Riberas el testigo de una organización con más de 3.800 delegados y 21.000 afiliados, 5.000 más que cuando la heredó.

"A las farmacéuticas catalanas no les queda otra salida que la concentración"

Pregunta. ¿Cómo crece un sindicato en un sector como el textil, en el que cada semana cierra una empresa?

Respuesta. Diría que haciendo un sindicalismo con sentido común, con un cierto nivel de sensibilidad social sabiendo que de tu gestión dependen familias enteras y con cierta dosis de valentía... o inconsciencia, puesto que a veces hay que echarle un cierto impulso para enfrentarse a cosas que no apetecen. No apetece afrontar un expediente, reconocer que una empresa, para continuar, necesita un ajuste de empleo, firmar acuerdos por debajo del IPC... Pero sabes que estas decisiones tan difíciles de tomar pueden permitir dentro de unos años estar discutiendo algo más favorable. Para eso se necesita que la empresa continúe, que los trabajadores se mantengan y que éstos te den la confianza.

P. Los patronos del sector textil alaban la responsabilidad de los sindicatos en todo el proceso de crisis.

R. El sindicalismo confederal, tanto de CC OO como de UGT, está ganando prestigio. No está bien que yo lo diga, pero creo que he afrontado mi responsabilidad con sentido común. Ello permite que cualquier persona mínimamente inteligente que se sienta enfrente lo reconozca.

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P. ¿Ha terminado ya la escabechina en el sector?

R. No, y me duele. Pero por suerte, en el textil catalán la tradición, la cultura y el saber son virtudes casi genéticas. Eso va a permitir que los profesionales sean capaces de encontrar alternativas para que continúe habiendo un sector competitivo y moderno en Cataluña.

P. ¿Qué necesita?

R. Durante muchísimo tiempo, el empresario ha intentado la solución rápida y no ha previsto el futuro, se ha dormido mucho sobre su propia historia, de cuando el textil imponía condiciones arancelarias, ministros... Durante mucho tiempo se han dedicado a fagocitarse con las crisis del vecino. El futuro pasa hoy por un adelgazamiento sectorial, hay que reconocerlo. En determinados segmentos es imposible competir con la industria asiática, hay que apostar por unos sistemas de producción más ágiles, series más cortas, de productos técnicamente más adecuados a lo que el mercado reclama, con mucha capacidad de recambio, en los escaparates y en el uso. La realidad del sector no está sólo condicionada por los costes de producción, sino por los hábitos de consumo. Y en Europa esos hábitos son: una prenda que nos permita ir elegantes, a la moda, de cierta calidad y no muy cara. El futuro pasa porque las empresas se adecuen a esas necesidades, no por competir en costes. La garantía para que el sector sea competitivo pasa porque las condiciones de trabajo sean buenas; si son despreciables, el sector no tendrá profesionales de calidad.

P. ¿Cuál es su diagnóstico del sector farmacéutico?

R. Si hay una industria históricamente tranquila y pacífica (porque ha generado beneficios, empleo, ha invertido en tecnología y en I+D) es la farmacéutica. Hoy vive un momento de incertiumbre por varios elementos, como la legislación para reducir el coste del medicamento y, fundamentalmente, por el elevado coste de la investigación. Cada vez es más caro y más difícil sacar un producto que sea competitivo. Es imposible que las empresas de capital autóctono puedan competir con los volúmenes de las grandes multinacionales. Antes convivían con ellas comprando una patente, hoy es más difícil. De ser una industria que no ha incomodado al mundo sindical, hoy los beneficios históricos están bajando, lo que les va a llevar a una dinámica de concentración, de pérdida de márgenes, que puede acarrear destrucción de empleo.

P. ¿El futuro del sector pasa por la concentración?

R. No hay otra salida. Concentración no quiere decir únicamente que tres, cuatro empresas, las que sean, pasen a ser una sola; también se pueden unir para investigar las líneas terapéuticas en las que uno quiere ser competitivo y compartir costes.

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