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Crónica:NUESTRA ÉPOCA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El mensaje de la piedra de Moscú

Timothy Garton Ash

Cuando hayamos terminado de reírnos a carcajadas por la presunta piedra espía utilizada por los británicos en Moscú, tendremos que hacernos un par de preguntas serias. Unas preguntas que no tienen nada que ver con la evolución de las técnicas que utiliza la segunda profesión más vieja del mundo. No tengo idea de hasta qué punto son ciertas estas acusaciones concretas, pero no me cabe duda de que Gran Bretaña espía a Rusia y Rusia espía a Gran Bretaña. El bulldog y el oso llevan más de un siglo enfrentándose en lo que Rudyard Kipling llamaba "el gran juego", y no parece que vayan a dejar de hacerlo en un futuro próximo. Q, excéntrico inventor de los artilugios de James Bond, estaría orgulloso de esa piedra de Moscú. Y la próxima vez que paseemos por el parque de nuestro barrio, debemos fijarnos a ver si encontramos alguna piedra rusa.

Cuando se dedica dinero público a promover la democracia, debe hacerse a través de una institución que sea lo más transparente posible e independiente
El bulldog y el oso llevan enfrentándose más de un siglo en lo que Kipling llamaba "el gran juego", y no parece que lo vayan a dejar en un futuro próximo
Lo más peligroso que está haciendo el régimen de Putin con la piedra es la vinculación de la supuesta trama de espionaje británico con las ONG

Lo importante no es el espionaje. De lo que se trata es de saber, por un lado, qué nos dice este episodio sobre la actitud del régimen de Putin hacia la democracia en Rusia y su antiguo imperio, y por otro, qué lecciones podemos extraer nosotros, como ciudadanos que vivimos en democracias, sobre los medios que emplean nuestros países para promover la democracia en otros territorios. En primer lugar, los putinistas y la democracia. No les gusta. Ven que va devorando el viejo imperio ruso, empezando por Polonia en los años ochenta, pasando por la revolución rosa de Georgia y la revolución naranja de Ucrania, hasta llegar al enfrentamiento actual con el presidente Lukashenko en Bielorrusia y las críticas de medios de comunicación independientes y ONG a la posición dominante que mantienen ellos en Rusia.

Revoluciones de colores

Consideran que el virus de las revoluciones de colores y el veneno de la democracia los propagan las ONG. Y creen, o al menos afirman creer, que lo hacen inspiradas y financiadas por las potencias occidentales. Es, en un ámbito menor y otras circunstancias, una visión de la política clásica del Kremlin, llena de conspiraciones propias de la guerra fría, digna de lo que podría esperarse de un antiguo dirigente del KGB como Vladímir Putin. Tras la revolución naranja en Ucrania, los tecnólogos políticos del Kremlin -ése es el elegante apelativo que reciben- han decidido que las ONG son el nuevo campo de batalla entre los poderes blandos de Rusia y Occidente.

Lo más peligroso de lo que está haciendo el régimen de Putin con la piedra, por tanto, es el hecho de haber vinculado la supuesta trama de espionaje británico con las ONG rusas. Sucede en un momento en el que Rusia acaba de aprobar una ley que otorga al Kremlin enormes poderes para vigilar y controlar a las ONG, incluido el derecho de suspender sus actividades si amenazan la soberanía o la independencia del país. El coronel Serguéi Ignatchenko, portavoz del FSB (Servicio Federal de Seguridad), asegura que Marc Doe, uno de los diplomáticos británicos acusados de controlar en secreto la piedra, había autorizado varios pagos a ONG rusas, entre ellos 23.000 libras (33.000 euros) al Grupo de Helsinki en Moscú. Lyudmila Alexeyeva, del Grupo de Helsinki, comentó: "Están preparando a la opinión pública para cuando el Gobierno tome la medida de cerrarnos, cosa que ahora pueden hacer gracias a la nueva ley". Así podrá celebrar Rusia su presidencia del G8.

¿Qué debemos hacer? Lo primero, tenemos que hacer que las amenazas contra las ONG sean un factor importante en nuestras relaciones con Rusia. Así lo ha hecho ya Angela Merkel, alejándose de forma prometedora de la cobarde actuación de su predecesor, Gerhard Schröder. También Condoleezza Rice. En este aspecto, la UE necesita tener una postura común y claramente articulada. Además, debemos llevar a cabo un debate sincero y detallado sobre lo que es y no es juego limpio para los países occidentales que pretenden promover la democracia en otros lugares. Los lectores ya han podido ver en estas páginas alguna muestra de ese debate que, sin duda, continuará, pero hay un límite en lo que de verdad se puede conseguir con artículos de opinión. El siguiente paso debe consistir en que un grupo internacional de analistas independientes examine todas las pruebas, escuche a todas las partes interesadas y proponga una serie de normas.

Mientras tanto, hay que preguntarse urgentemente qué estamos haciendo ya. Cada país actúa de forma distinta, pero, dado que en este momento el que está en el punto de mira del Kremlin es Gran Bretaña, hablemos de Gran Bretaña. "Sabemos", dijo el coronel del FSB Serguéi Ignatchenko, según cita Novosti, "que Marc Doe se presentaba como representante del Global Opportunities Fund (Fondo de Oportunidades Mundiales) en reuniones con miembros de ONG". El Fondo de Oportunidades Mundiales es el nuevo gran programa del Ministerio de Exteriores británico, el Foreign Office, para "promover acciones sobre temas mundiales en áreas de importancia estratégica para el Reino Unido". Su capítulo sobre la "reunificación de Europa" tiene entre sus propósitos el fomento de "la democracia y el imperio de la ley, incluida la protección de los derechos humanos".

Una idea excelente. Ahora bien, si resulta que Marc Doe era un espía británico que colocaba piedras transmisoras un día y entregaba dólares para la democracia al día siguiente, las repercusiones para las acosadas ONG en Rusia serán espantosas. Ninguna otra cosa sería más comprometedora para los demócratas rusos. Incluso aunque el Gobierno británico insista en que Doe -que figura como segundo secretario y consejero político- no era un espía que se ocultaba bajo la tapadera diplomática, sino un agradable diplomático que se interesaba por la geología local, será una afirmación imposible de demostrar. Siempre quedará la sospecha, entre otras, en la mente del público ruso. Las ONG quedarán manchadas por el roce del espionaje.

La moraleja es que, cuando se dedica dinero público a promover la democracia en primera línea, debe hacerse a través de una institución que sea lo más transparente e independiente posible. En Gran Bretaña ya tenemos una institución así: es la Fundación Westminster para la Democracia. Si visitan su página web (www.wfd.org) verán exactamente a qué se dedica, podrán leer sus informes y ver a quién ha apoyado. Su dinero (en la actualidad, la discreta suma de 4,1 millones de libras , mucho menos que el Fondo de Oportunidades Mundiales) procede casi por entero del Foreign Office, pero las decisiones sobre cómo gastarlo las toma una junta de gobierno autónoma, formada por representantes de todos los partidos políticos presentes en la Cámara de los Comunes y un número ligeramente menor de directivos independientes, no afiliados a ningún partido. Su principal mecenas es el presidente de la Cámara, con el apoyo de los líderes de todos los partidos, y recorre el mundo bajo la bandera del rastrillo que representa al Parlamento más antiguo del mundo.

Yo fui uno de los fundadores de la Fundación Westminster y pertenecí a su junta, como miembro independiente, durante muchos años. Cuando había propuestas de ayudar a ONG en un país, la Embajada británica nos asesoraba. A veces hacíamos caso de sus consejos; a veces, los ignorábamos. Y así tiene que ser. Como la mujer del César, la promoción de la democracia no sólo tiene que estar por encima de toda sospecha, sino que tiene que dar la imagen de que está por encima de toda sospecha. Y en este ámbito rondan muchas sospechas; algunas, seguramente, justificadas. Como comentó el jefe de los servicios secretos exteriores de Rusia, Serguéi Lebedev, en una de sus escasas entrevistas, "las misiones humanitarias y las organizaciones no gubernamentales son muy atractivas para todos los servicios secretos del mundo. Los servicios secretos necesitan una tapadera, una máscara, una pantalla". No tengan la menor duda de que sabe de lo que habla.

Ahora leo que el presidente del Parlamento ruso, Borís Gryzlov, está pensando en interpelar sobre este asunto a sus colegas del Parlamento británico. Debería hacerlo. Y sus colegas británicos deberían estar en condiciones de responder que la tarea de promover la democracia, un objetivo totalmente legítimo, se está llevando a cabo de forma escrupulosa y transparente, y que el encargado es un organismo público independiente bajo la supervisión y la enseña del padre de todos los Parlamentos. La Fundación Westminster para la Democracia. Sería un buen modelo de actuación no sólo para Gran Bretaña, sino para todas las democracias.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

Imagen de rayos X, mostrada por un canal ruso de televisión, de la piedra supuestamente utilizada por espías británicos.
Imagen de rayos X, mostrada por un canal ruso de televisión, de la piedra supuestamente utilizada por espías británicos.AP

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