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Cultivar petróleo

Después de una moratoria demasiado larga, la legislación española ha puesto orden a la clasificación de los productos alimentarios denominados bio. Desde ahora, sólo podrán llevar este calificativo aquellos productos elaborados en agricultura ecológica. Una sensata normativa para quienes queramos consumir alimentos producidos de una forma respetuosa con el medio ambiente. A mí también me interesaría saber si además se trata de productos producidos localmente (poco ecológico es aquel producto que, aun siendo de producción orgánica, llega desde Nueva Zelanda con el coste de combustible y contaminación que eso supone) y producidos y comercializados por familias campesinas, cooperativas, etcétera para asegurarme que el beneficio llega en su mayor parte al campesinado y no a grandes corporaciones con sede en Suiza, por ejemplo. Ecológico, local y familiar, tres premisas, a favor de un mundo rural vivo.

En el mercado siguen presentes otros bioproductos. Por ejemplo el biodiesel: diesel biológico porque se produce a partir de aceites vegetales o aceites residuales, y en su combustión se generan menos contaminantes. Pero de la misma forma que no todos los yogures bio eran ecológicos, no todos los biocombustibles son alternativas al petróleo ecológica y socialmente válidas.

De momento, las posibilidades del aceite reutilizado, que parece una de las alternativas más sensatas, son muy limitadas. Por lo tanto, para obtener biodiesel suficiente se requiere semillas oleaginosas que se producen del cultivo de plantas apropiadas (habitualmente la palma de aceite), tierra y agua. En proporción al aumento de la demanda europea y estadounidense de biodiesel, aumenta la tala de muchos bosques para cultivar palma. Según un informe de la ONG Amigos de la Tierra, la explotación de plantaciones de palmeras de aceite es responsable en Sumatra y Borneo de la deforestación de unos cuatro millones de hectáreas. Qué paradójico es que surjan consecuencias ambientales de un esfuerzo en resolver otro problema ambiental.

Por otro lado, el respeto por el medio, a mi entender, pasa por el respeto a todas las especies vivas del planeta, y esta nueva energía no respeta a una de las especies más paradigmáticas de la Tierra: la especie humana. Al menos no a los seres humanos que tienen su morada en las zonas del cultivo de vegetales para la producción de este aceite energético. La expansión del biodiesel y la posibilidad de realizar grandes negocios están generando una peligrosa competencia por la tierra cultivable en estos países con tierras aptas para la palma aceitera. De forma que se adquieren tierras, se desplazan campesinos y se planta palma en lugar de cultivar comida. No sería demasiado grave si la dedicación de estas tierras para producir biodiesel fuera proporcionada y respondiera mayoritariamente a la demanda para el uso agrícola que esas tierras necesitan para alimentar a la población local. Son tierras para que nosotros llenemos nuestros depósitos. Antes de subirse a un salvavidas hemos de asegurarnos que el salvavidas flote.

Gustavo Duch es director de Veterinarios sin Fronteras.

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