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Columna
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Ambiente

A cualquier estado de ánimo le influye el ambiente que le rodea; incluso a los animales, pues no les puede resultar indiferente vivir libre o en cautividad; en un maravilloso parque zoológico o en una jaula; con árboles o sin árboles; con otros animales o sólo como la una. Luego es lógico que a los humanos les determine su estado de ánimo con mayor eficacia. Lo paradójico es que le concedamos tan poco interés al tema. Me refiero a la cultura occidental, porque la oriental lo tiene mucho más presente -y no sólo estoy pensando en los monasterios budistas y en las decoraciones escénicas para Madame Butterfly-.

Los arquitectos hablan de varios ambientes aunque siempre referidos a temas arquitectónicos, desde un punto de vista profesional: que si los espacios ambientales, que si el problema de una acústica determinada, y otros casos todos muy positivos; pero si se reflexionara desde las instancias que se ocupan del bienestar general sobre la posibilidad de tranquilizarnos, relajar la irritación que nos asalta con frecuencia y abrir la puerta a otros placeres más serenos, creo que nos acostumbraríamos a sumarles unos ingredientes nuevos a los que ya manejamos en nuestro entorno para conseguir mejor calidad de vida, que es lo que siempre se intenta o se pretende.

La universidad es un lugar muy apropiado para que esas reflexiones tengan lugar, y así ha debido ser en Sevilla como para que se les haya ocurrido crear un ambiente musical; que los alumnos se encuentren con diferentes músicas en distintos lugares y en momentos inesperados. No es que sea la solución total, pero me alegro que comience entre los jóvenes y que sea a través de la música, que acalla los gritos sin imponer silencio a nadie, que facilita la concentración, agudiza la sensibilidad y consuela los sinsabores con un rato de olvido placentero.

Tal como lo he descrito pudiera pensarse como sistema de manipulación contra el desorden social, pero esa manipulación siempre existe, y, aunque así fuera, éste sería preferible por potenciar nuestro enriquecimiento personal, que no puede significar sino libertad.

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