"Cuidado, que los valientes son los primeros que caen"
La juez trata de averiguar si alguien ordenó al retén atacar las llamas, y testigos y pilotos declaran que faltaron medios
Las llamas dejaron 11 muertos, unas 13.000 hectáreas de bosque calcinadas y la sensación en Guadalajara de que algo falló. El Juzgado de Sigüenza investiga desde julio de 2005 el incendio forestal más trágico de la historia de España. Al principio, poco a poco, y en las últimas semanas a gran ritmo, la juez ha tomado declaración a más de 20 testigos: vecinos, pilotos, miembros de retenes y las últimas personas que vieron al retén de Cogolludo adentrarse en las llamas. En el sumario, que ocupa cinco tomos, hay 10 imputados por incendio forestal y homicidio imprudente. Son nueve excursionistas y el guarda de la cueva de Casares, según fuentes del caso. La investigación judicial tiene tres partes bien diferenciadas.
EL INICIO "No le diga nada al chico, que la culpa la tengo yo"
Todo comenzó el sábado 16 de julio. Marcelino acudió junto con su mujer y nueve amigos a la cueva de los Casares a pasar un día de campo y hacer una barbacoa. Allí se encontró con el guía de la cueva. A las 14.44, el 112 recibió una alerta por fuego.
El juzgado investiga qué pasó antes de la llamada. El guarda, en principio sólo un testigo, declaró que les dijo a los excursionistas que el día, muy seco, cálido y con viento, no era propicio para hacer una barbacoa. Después añadió que él mismo les dio el mechero para hacer el fuego. En ese momento la fiscal le pidió que parase y le citó como imputado. La juez le imputa un delito de incendio y de homicidio imprudente.
Pese a que los imputados -el guarda y todos los excursionistas menos un menor y la mujer de Marcelino, que no participaron directamente en la barbacoa- sólo estuvieron en el inicio del fuego, la investigación prácticamente les ha dejado de lado y ha abordado la extinción y el accidente, según fuentes del caso. La Junta de Castilla-La Mancha ha pedido que declare María Teresa Villar, esposa del alcalde de Riba de Saelices. Ésta declaró ante la policía que, cuando estaba riñendo a un joven por creer que había originado el fuego, "un señor con barba", el acusado, le dijo: "Señora, no le diga nada al chico, que la culpa la tengo yo".
También ha pedido que declaren otros testigos, entre ellos María Teresa Villar y el sargento de la Guardia Civil de Mazarete, a quien le confesó inicialmente que el fuego había comenzado en la barbacoa, construida por la Junta de Castilla-La Mancha. Después declaró que había oído una explosión a su espalda.
LOS MEDIOS "El retén no tenía ningún tipo de apoyo aéreo"
La comisión de investigación de las Cortes de Castilla-La Mancha sobre el incendio aclaró poco sobre la falta de medios. El abogado de las familias de nueve fallecidos ha presentado a una decena de vecinos como testigos para justificar que no hubo medios. Estos han insistido en que llamaron al 112 pidiendo medios y que estos siempre llegaban tarde.
También han declarado trabajadores de la extinción, entre ellos Raúl Ortiz de Urbina, piloto del helicóptero Kamov matrícula EC-JGC del Ministerio de Medio Ambiente. El Kamov es un gran aparato con base en Villares de Jadraque. Se incorporó al incendio a las 9.49 del domingo, el día del siniestro. El piloto pidió instrucciones al llegar al incendio e inmediatamente tuvo "la impresión de que ese incendio no estaba bien coordinado, pues no existían instrucciones precisas ni estrategia para los medios aéreos", según declaró en el juzgado por videoconferencia el 21 de octubre. El piloto afirma que la balsa de la que cargaban el agua estaba a más de ocho minutos de vuelo y que cuando preguntó por alguna más cercana no obtuvo respuesta.
"La única persona en el incendio con la que teníamos contacto por tierra era un coordinador llamado Dionisio, que estaba trabajando con mucha valentía en la cola del flanco oeste. [...] Dado que este señor estaba ubicado en la vaguada de un barranco sin visibilidad del incendio, con la excepción de solicitar descargas puntuales en su zona de trabajo, se indicó que descargásemos el agua donde nos pareciera más conveniente", añadió el piloto.
El piloto relata que por la tarde el viento sopló del oeste, lo que hizo que en la zona donde se hallaba el retén de Cogolludo el fuego formase un gran frente. Ruiz realizó un vuelo de reconocimiento e informó de que la virulencia de las llamas "recomendaba no dedicar ningún esfuerzo ni asumir ningún riesgo en ese flanco". Por eso, según el piloto, a las 16.25 se dio la orden de que los medios aéreos se dirigiesen al este.
El piloto insiste en que nadie sabía que el retén estaba en esa zona, que "faltaron medios", que "existió mucha descoordinación" y que los responsables de coordinar la extinción pecaron de falta de experiencia.
Ángel Diego, piloto de otro helicóptero, declaró el 18 de noviembre que se les mandaba descargar agua "donde pudieran" y que "no había medios suficientes". Añadió que se terminó la espuma retardante (un producto que mejora el rendimiento del agua para extinguir el fuego) y que "el retén de Cogolludo no tenía ningún apoyo aéreo".
EL ACCIDENTE "No me fastidies"
Sin embargo, si hubo o no medios suficientes y coordinación no es el objetivo principal de la causa, porque penalmente es muy complicado condenar a una única persona por eso, según fuentes jurídicas. La investigación se centra ahora en saber si alguien ordenó al retén que entrase en la zona del siniestro. Hasta el momento, según fuentes del caso, nada ha aparecido en ese sentido.
Félix Sobrino, uno de los últimos vecinos de Santa María del Espino en ver al retén, declaró el pasado día 13 ante la juez que advirtió al retén de que "el camino por el que entraron no tenía salida", y que les pidió que tuvieran cuidado. Añadió que "cuando se introdujeron en el camino se veía humo". El vecino, que escuchó una explosión, afirmó que "cuando se dieron cuenta ya era tarde" y que Jesús Abad, el único superviviente del retén, le dijo poco antes de partir: "Cuidado, que los valientes son los primeros que caen".
Los técnicos que declararon en las Cortes autonómicas atribuyeron el siniestro a una explosión de fuego, un fenómeno imprevisible por el que el fuego ascendió desde el valle hasta el lugar del accidente a una gran velocidad.
Luis Fernando Cañada, otro vecino, declaró el pasado día 13 que le pidió al jefe del retén que esperase, "que el viento era muy fuerte, hacía calor y el aire soplaba en contra". Afirmó que había que atacar el fuego desde otra zona, aunque confesó que habría seguido al jefe del retén, una persona muy experta. No lo hizo porque fue a inspeccionar un camino paralelo al que tomaron los 12 miembros del equipo. Cuando volvió y vio que se habían ido, exclamó: "No me fastidies".
Aún falta mucha instrucción y la juez deberá decidir si imputa a algún responsable de la extinción o se centra en el origen del fuego. Hasta ahora, los testimonios aluden a los medios, pero los imputados sólo estuvieron en la barbacoa y no son responsables de si faltaron medios. Quedan muchas sombras sobre el fuego.
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