Origen de un uniforme que no diseñó Miguel Ángel
PARA SOLICITAR EL INGRESO en la Guardia Suiza hay que ser varón, ciudadano helvético, soltero y católico practicante, no menor de 19 años ni mayor de 30, con una estatura mínima de 1,74 metros, un diploma de estudios superiores, un expediente judicial impecable y una carta de recomendación del párroco. La selección se efectúa en una escuela de adiestramiento en Suiza.
El salario no es malo, 1.350 euros brutos mensuales, teniendo en cuenta que alojamiento y manutención corren a cargo del Vaticano y que 10 años de servicio dan derecho a una pequeña pensión. Las instalaciones de la Guardia constan de los dormitorios, algunas oficinas, un cuerpo de guardia, una taberna llamada Il Bettolino (La Tasquita) y un comedor que sirve platos cocinados por monjas suizas. La plantilla está compuesta por un comandante, un capellán, cuatro oficiales, 23 suboficiales, una setentena de alabarderos y dos tambores. Dos tercios de la fuerza permanecen siempre de servicio.
En el diseño del uniforme no tuvo nada que ver Miguel Ángel, tal como afirma la leyenda. En el Renacimiento, quien podía permitirse uniformar a la tropa la vestía con los propios colores, y las bandas azules y amarillas corresponden a los colores de la familia Della Rovere. León X, un Médicis, añadió despues el rojo para componer su bandera familiar. El uniforme de trabajo es azul marino. Además de la alabarda y la espada, los guardias disponen de una pistola reglamentaria Sig-Sauer y de una buena formación en artes marciales.
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