Un PP valenciano a la americana
Pues como un poco de lío ya nos hemos hecho estos días algunos -cada día menos- de cuantos seguimos la actualidad política en Valencia. En un tris hemos estado de confundir si el altar y catafalcos diseñados para el Encuentro de las Familias del próximo mes de julio, con la visita del Papa, era lo mismo que el imponente escenario a la americana puesto a punto en la Feria de Muestras para la reunión, asimismo familiar, del PP valenciano con la anunciada comparecencia estelar del presidente del partido, Mariano Rajoy. 400.000 vatios de luz y 60.000 de sonido, mas todo el trompeterío mediático afín a las huestes conservadoras nos ha aclarado la confusión. Aunque a ratos cuesta dilucidarlo, la religión va por su lado y la política por otro.
Cuando escribimos estas líneas ignoramos si ese impresionante arranque electoral, que de eso se trata, habrá sofocado el llamado efecto Zapatero, tal como se describe en los cenáculos populares la visita que ZP rindió a sus cofrades el pasado fin de semana. Hemos de suponer que con tanta energía lumínica, acústica y retórica como se ha consumido ya no debe quedar apenas huella de dicha estela. En realidad, si no fuese porque el PP se obstina tanto en borrar o contraprogramar el menor respingo de los socialistas no nos enteraríamos de que éstos viven y colean con ganas de disputarle la clientela. El PSPV tiene una deuda de gratitud con los estrategas propagandísticos de su principal adversario, pues se diría que la persecución los mantiene vivos.
Los cronistas del evento darán cuenta de lo acontecido en el recinto ferial, relatando, de haberse producido, los imprevistos. El guión principal y contenido mollar está pregonado desde ha tiempo. Es la conocida versión que el PP indígena ha hecho del bolero de Ravel, aunque cargando la percusión. Mucha caña al Gobierno central, algunos espumarajos a propósito del tripartito -catalán, por supuesto-, llantos por el agua que no se trasvasa, y por el AVE que no llega, y por la Copa del América que al parecer no se financia bastante y, como remate, la presentación del "nuevo modelo de España", el mismo que ha estado vigente desde Felipe V hasta hace cuatro días.
De lo que dudamos, y mucho, es que el presidente Francisco Camps o alguno de los corajudos oradores haya aludido a la corrupción -¿o habrá que hablar eufemísticamente de irregularidades?- que les ha podrido la manzana de su código ético. De eso ni una palabra. Les pone de los nervios verse atrapados por lo que creían mal ajeno. Ahora, desde Castellón hasta Torrevieja es todo un retablo de maravillas en las que siempre aparece un villano súbitamente enriquecido o titular de una trapisonda sonada. ¡La derecha es tan indulgente con estas flaquezas!
¿Y de la alcaldada en la reciente concesión de las televisiones locales, comarcales y autonómicas, qué? Chitón todo el mundo. El consejero portavoz, Esteban González Pons, sabe qué se hace. ¡Y tanto que sí! Tampoco se habrá hecho ni una modestia referencia al gran problema que acecha al País Valenciano si definitivamente se queda descolgado de la principal red de transporte europea. Eso es un asunto de Estado y con cualquier gobierno, pero claro, el PP, también el valenciano, ha de sentirse muy fastidiado por la inoperancia de su ex ministro Álvarez Cascos, o con la ínclita ex comisaria Loyola de Palacio, que ha dejado que el asunto se cueza a fuego lento en Bruselas sin llamar a rebato. ¿O sí llamó, y la cosa es más grave todavía? Y ya que viene a mano, ¿qué ha dicho a este respecto la Generalitat, tan locuaz para poner a caldo a sus críticos?
Pero, obviamente, un sarao electoral no es el sitio adecuado para exhibir trapos sucios, cuando es sabido, además, que el PP se tiene por impoluto y aguanta muy mal que se le señale con el dedo. El molt honorable ha reputado de canallas -uf, qué maneras en un caballero tan comedido- a quienes desacreditan a la Comunidad Valenciana. Debe referirse a los parlamentarios europeos que juzgaron el urbanismo que se practica por estos pagos. Y por canallas tiene Carlos Fabra a los discrepantes con el proyectado aeropuerto de Castellón o cosa parecida. ¿Hay para tanto, tratándose de un político tan conocido por sus hazañas y empapelamientos judiciales?
OTRO SALVEM
Primero fue el Jardín Botánico y después El Cabanyal, dos parajes urbanos de Valencia que propiciaron la constitución de sendos colectivos para su defensa. Acaba de nacer un tercero: Salvem Tabacalera, amenazada parcialmente por la piqueta. Comienza la batalla, que se presiente larga. Pero antes, y como para hacer boca, habría que poner en claro por qué en la permuta del mentado e histórico edificio el Ayuntamiento ha cobrado a 2.000 euros el metro cuadrado lo que, al lado, se ha pagado a 6.000. Habrá una explicación, aunque, de momento, lo que parece haber es un pelotazo de no te menees. Explíquense, que algún derecho tenemos los administrados.
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