Por fin libres, y ahora, ¿qué?
Una asociación da acogida y asesoramiento laboral a 30 presos sin dinero ni familia
"El mantenimiento y la reinserción social de cada preso cuesta al Estado 131.000 euros anuales. Nosotros les ahorramos mucho dinero". Manuel López, coordinador de Zaqueo, la única asociación sevillana que da acogida y asesoramiento psicológico y laboral a ex presidiarios, se basa en este argumento para solicitar ayudas para su causa: la reinserción de presos. Las instituciones han cedido esta tarea a las ONG y no se encargan directamente de este asunto, sino con convenios o subvenciones.
En Zaqueo desde el 8 de diciembre, las actividades se han reducido a la mitad. Hasta esta fecha, Zaqueo impartía talleres de habilidades sociales y módulos terapéuticos en la cárcel de Sevilla, asesoraba a los 30 presos que se alojaban en su casa de acogida durante los permisos y los ayudaba en la búsqueda de empleo.
Ahora pocas de estas tareas se realizan. La casa de la ONG se dedica a ceder su espacio a los presos que salen en segundo y tercer grado (con permisos de salida) o que se encuentran en situación de libertad condicional o definitiva y que no tienen familia o amigos que les acojan. "Para mí es más difícil estar en la calle que dentro", confiesa José Manuel L. M., de 50 años. José Manuel ha estado 22 años en prisión. Allí trabajó como ordenanza de enfermería y cocinero. "Cuando iba a salir, tenía ideas sobre lo que quería hacer pero no sabía cómo llevarlas a cabo", explica tímidamente. "Puedo agradecer que conocí a estas personas".
López y su equipo trabajan aún en la búsqueda de empleo para sus inquilinos, pero no cuentan con la parte de formación que antes impartían. "A mí los talleres de habilidades sociales me sirvieron mucho. Ahora, en las entrevistas sé como hacer ver que ser un ex presidiario no es algo tan malo", afirma Juan A. M., de 34 años, otro de los presos de Zaqueo. Juan acaba de obtener la libertad condicional y ya ha conseguido un empleo como responsable de mantenimiento en una comunidad de vecinos. Después de cuatro años en la cárcel y 18 meses en módulos terapéuticos para superar sus problemas de drogadicción, lo que quiere es asentarse. "Para eso, lo que me vendría mejor, además del trabajo, sería una novia", dice sonriente.
Hasta el año pasado, funcionaba en Sevilla la Red Araña, una organización de búsqueda de empleo que trabajaba con 50 de los 300 presos de la cárcel de Sevilla que se encuentran en situación de buscar trabajo. "La Red Araña era un programa muy ambicioso, pero no se cumplieron sus expectativas: las plazas nunca se cubrieron por completo porque la demanda de los presos era mínima. Preferían acogerse al paro", opina Francisco Vázquez, director de los Servicios Sociales Externos Penitenciarios de Andalucía. Mercedes Moreno, subdirectora de Tratamiento del centro penitenciario Sevilla 2 estima lo contrario . "No creo que fuera un fracaso. Hay gente que salía de una toxicomanía muy fuerte y que pudo trabajar en empresas gracias a este plan".
Zaqueo obtiene sus subvenciones de diferentes entidades, públicas y privadas. La Consejería de Igualdad y Bienestar Social y la Fundación El Monte han financiado hasta ahora los talleres y la casa, pero en 2005 los fondos se terminaron y los módulos no se pudieron reanudar. "Hemos presentado muchos programas. Por ejemplo, el proyecto Ícaro, para obtener pisos tutelados para los presos. Pero nada", dice enojado López, quien recuerda la negativa de la Concejalía sevillana de Bienestar Social a esta propuesta.
El problema, al final, recae sobre los presos, que se sienten indefensos al dejar la cárcel. "La primera vez que salí, después de 16 años de condena, fui a presentarme a la Delegación para pedir ayuda. La funcionaria me dijo: 'búscate la vida. Y el día en que tengas que volver a firmar ven, porque si no te vuelvo a meter preso'", recuerda José Manuel.
El argumento general para carecer de programas institucionales no dependientes de ONG es que son pocos los presos que salen y no cuentan con familias que los acojan. Zaqueo cree que ésta no es razón para desatender estas necesidades. "Hay un goteo continuo de gente que necesita ayuda", recuerda López, quien asegura que los pilares fundamentales para que se produzca la reinserción son tres: "el trabajo, la vivienda y la familia, por ese orden".
En la asociación se intenta establecer contacto familiar. "Mis hijos desconfían de mí. Es normal. Me he pasado 20 años en prisión y no he estado con ellos. Pero les demostraré que he cambiado, con hechos, porque las palabras se las lleva el viento", dice contundente José Manuel L. M. "Mi hermana no quiere verme, así que prefiero establecerme antes de acercarme a ella", dice Juan A. M. "Para que sus parientes vuelvan a creer en ellos necesitan confianza e independencia y, para ello, la única vía es el trabajo", concluye López.
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