"Aquí todo es mejor"
Bozena Sapinska-Porada, Jacek Aleksandrowicz y Piotr Chyl trabajan desde junio en Coria, provincia de Cáceres. Han recorrido miles de kilómetros sustituyendo el "caos" sanitario polaco, dicen, por la calma de una ciudad amurallada extremeña de 30.000 habitantes. Y están contentos con el cambio. Sapinska, con la cuarentena bien cumplida, sonríe y se lleva las manos a la cabeza para describir el "ruido" y el "desorden" que generaban las "800 camas" del hospital del que proviene. "Aquí todo es mejor, más regular", sentencia mirando a sus compatriotas, que asienten. No echan de menos un ambiente más urbano, dicen, no se sienten "aislados", aunque sus poblaciones de origen tengan muchos más habitantes que Coria. Ella, Sapinska, vio un anuncio en un periódico. Recordó que su hija estuvo un año en España con una beca Erasmus. "Hablaba todo el rato y muy bien del país. Así que yo me preguntaba '¿Qué tiene España?'. Y al ver el aviso en el diario pensé que podría ser el momento de descubrirlo". Lo ha descubierto y como casi todos los extranjeros señala la comida, "el jamón", y la bebida, "el vino", como dos grandes atractivos del país. Es más difícil que hablen de su situación económica. Aunque Piotr Chyl, tras varias preguntas sobre el asunto y con un precario manejo del idioma, apunta "a la mejoría del sueldo" como la motivación principal para dejar a su familia en Polonia. Un especialista en su país gana cerca de 300 euros mensuales. En Coria perciben unos 3.200 euros netos sin contar ni guardias ni peonadas (horas extra). Curiosamente, la hija de Chyl estudió filología hispánica.
Ninguno de los tres, dos anestesistas y un traumatólogo, ha traído a su familia aún, pero tienen previsto reagruparse a lo largo del año. "Primero queríamos aclimatarnos. Además, ellos tienen sus cosas", razonan. El marido de Sapinska, también especialista médico, está a la espera de incorporarse a la plantilla del mismo hospital u otro de la zona. "Son unos fantásticos profesionales, muy competentes. No hay ninguna diferencia con respecto a los profesionales formados en España", asegura, tajante, Eladio Garrote, director médico del hospital. "Todo el mundo nos ayuda con el idioma, incluidos los pacientes, que son gente muy agradable", agradece Sapinska, la más habladora del trío.
Los tres acaban de salir del quirófano y van vestidos de verde. Unos patucos de tela les recubren los pies. Sólo los ojos claros, casi translúcidos, les distinguen del personal que pulula por los pasillos. Jacek Aleksandorwicz en ocasiones apunta cosas en polaco para que sus compañeros las traduzcan. Hablan de mejores medios, de la posibilidad de realizarse profesionalmente. José Vidal, de la embajada española en Varsovia, incide en ese asunto: "En España disponen de unos medios, aparatos, que no hay en Polonia". La dotación hospitalaria en Extremadura, donde los centros son casi todos de nueva creación, es muy completa en comparación con el país de procedencia de los tres facultativos. Sólo el año pasado 500 médicos polacos se marcharon al Reino Unido. También se han ido otros tantos a Holanda, Suecia y Alemania. A Carlos Amaya, del sindicato ACEP, le preocupa como "se está desmantelando" el sistema sanitario polaco.
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