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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

¿Bravo por la música?

El Instituto Catalán de las Industrias Culturales acaba de hacer pública su voluntad de potenciar los lanzamientos discográficos de músicos catalanes. Presupuesto: 980.000 euros. Metodología: crear una promotora llamada Catalan! Music. Lo más significativo del nombre es el punto exclamativo. Simboliza la vehemencia fundacional del proyecto y la intención, supongo, de recuperar las toneladas de tiempo despilfarrado. Ojalá les vaya bien. Mientras tanto, la realidad del consumidor de música que se resiste al top manta y que se ve incapaz de descargarse nada de Internet tambien merece un tratamiento exclamativo. Me contemplan 30 años de militancia en el bando de los compradores de música (catalana y no catalana) y muchos momentos de frustración y desamparo. En los días más aciagos, cuando no encuentro un CD anunciado en algún medio de comunicación ("todavía no nos ha llegado") o nadie sabe decirme cuándo llegará la banda sonora de la película Crash, me parece un milagro que, salvo honrosas excepciones, las tiendas de discos no hayan cerrado ni se hayan reconvertido en tanatorios o cualquier otro negocio estable.

Es muy común añadir a los CD otros contenidos no musicales para distinguirlos del 'top manta' o, pensando mal, mantener el precio

Los canales de promoción, la dificultad de encontrar preceptores que no estén bajo el influjo de la estrategia mercadotécnica, el elitismo o el gregarismo hacen que si uno no dispone de tiempo y sí de mucha curiosidad, tenga que visitar las tiendas especializadas en busca de novedades. O, a través de un pago previamente autorizado por tarjeta de crédito, buscar en las tiendas virtuales las respuesta que no te da el mundo real. En las tiendas reales, lo primero que constatas es que, pese a las enfáticas y a veces chusqueras proclamas de la SGAE y las reiteradas amenazas antipiratería, los precios siguen manteniéndose a unos niveles discutibles. Sí, ya sé que no son más caros que muchos libros, pero entonces las discográficas tendrán que conformarse con las cifras de venta de libros, y no se lo recomiendo. Como ocurre con tantos productos llamados culturales, la música está sujeta a una implacable ley de la oferta y la demanda en la que ambas dependen, a su vez, de una ley de rango superior: la de la selva.

Pese a las adversidades, sigue siendo un gustazo escuchar una canción que te gusta y, si dispones del dinero para llevarte el CD entero, comprarla. El otro día, me dio por comparar precios. Me llevé el disco de Miguel Poveda, Desglaç, interpretación de algunos poetas catalanes ("quan els cucs faran un sopar fred amb el meu cos trobaran un regust de tu", canta, y aunque parezca el título de una vieja novela de Oriol Pi de Cabanyes, es un verso necrofílico y sentimental de Gabriel Ferrater). Precio: 17 euros. Minutos más tarde, me gasté 14,45 euros más en el último CD de Toti Soler, titulado Vida secreta. ¿Por qué es más caro Poveda que Soler? Hipótesis: el disco de Poveda incluye el DVD de un documental. Es una tendencia que se ha ido extendiendo cada vez más: incluir añadidos a los estrictamente musicales para, de este modo, distinguirse del top manta o, pensando mal, mantener el precio. ¿Quién es la víctima de estas estrategias de la oferta? La sufrida demanda.

Si escucho por la radio una canción de Poveda que me gusta, ya sé que tendré que comprarme un CD entero, que quizá no me guste tanto, pero en ningún momento tenía previsto llevarme un documental. La tendencia, sin embargo, sigue avanzando. El disco de Estopa incluye un DVD con 30 secuencias de la grabación, una entrevista de Buenafuente y fragmentos de seis temas acústicos. ¿Me tengo que llevar todo esto si sólo deseaba tener a mano una rumba pegadiza? Precio: 14,95 euros. La diferencia de precios no siempre tiene una explicación evidente. ¿Por qué el último disco de Sisa cuesta 17,50 y el de The Companys con las canciones de Lo Cartanyà 16,50? Misterio. La guarnición influye demasiado en el precio del plato. Incluso artistas tan consolidados como Andy y Lucas incluyen un DVD de un concierto y un reportaje titulado Un día con Andy y Lucas que maldita la gracia. Manolo García también es consciente de las dificultades de la industria y, a cambio de 24,95 euros ofrece una caja de coleccionista con singles, directos y dibujos. Ideal para regalo y seguidores incondicionales, de acuerdo, pero ¿qué ocurre con los que estaríamos dispuestos a pagar la mitad por cinco o seis canciones a palo seco, sin tanto siroco de por medio, para saciar nuestras urgencias melódicas? Y así vamos acumulando cosas que no deseamos tener. ¿Que te gusta una canción del culebrón El cor de la ciutat o quieres conservarla como prueba de algun pecado musical? Tendrás que llevarte el DVD que incluye 13 vídeos inéditos. Por supuesto, el precio del disco es de 19 euros, algo caro teniendo en cuenta su condición de producto derivado de un tronco más que rentable. Total: que cada vez que superas las barreras económicas e ideológicas y te compras un CD, te sirve para que se te pase el cabreo. Aquí me tienen, pues, un poco más relajado, encontrando en un verso de Verdaguer musicado por Poveda la definición perfecta de la relación que algunos compradores mantenemos con la industria de la música: "Amadíssims enemics".

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