Confidencias al piano
El imparable crecimiento de los niveles técnicos de interpretación en los nuevos pianistas ha producido, curiosamente, un grado de uniformidad en lo más alto. Dicho de otra manera: cada día son más escasas las personalidades; cada día es más evidente que la mayoría de los pianistas tocan de parecida manera. Es la apoteosis del virtuosismo y de la perfección formal. Hasta tal punto que un pianista de la clase de Daniel Barenboim ha llegado a afirmar, en una entrevista con Axel Brüggemann, que "hoy tenemos que tratar un nuevo mal en la música, la especialización. Hoy día la música se trata con una gran profesionalidad. Pero la profesionalidad esconde el riesgo de que nos distanciemos de la propia responsabilidad. La profesionalidad, al igual que lo políticamente correcto y que cualquier ideología, paraliza la mente".
Nelson Freire
XI Ciclo de Grandes Intérpretes. Nelson Freire (piano). Obras de Mozart, Schumann, Chopin, Debussy, Villa-Lobos y Albéniz. Organizado por la Fundación Scherzo, con el patrocinio de EL PAÍS. Auditorio Nacional, Madrid, 17 de enero.
El brasileño de Minas Gerais Nelson Freire (1944) no entra en la categoría de los virtuosos a ultranza y se mueve en un terreno próximo a la confidencia. Su personalidad es indiscutible y se sustenta en que hace música, o la susurra en ocasiones, con un criterio dialogador, recogido, cercano. Hace música en función de la propia música y no en función de las matemáticas de la misma. Técnica tiene para parar un tren pero la utiliza en función de la musicalidad. Crea ambientes con sosiego, se deleita en lo mas deliciosamente cotidiano, sublima en sugerente lo puramente descriptivo. Y uno se siente a gusto con esa manera de estar tan amigable, con ese pianismo tan familiar.
Acercamiento
Era lógico, pues, que cautivara con las imágenes de Debussy -Reflects dans l'eau, Poissons d'or- y que hechizara con las piezas de Villa-Lobos -A lenda do cabocio, As três Marias-, un intercambio brasileño con la tradición occidental. Pero los pequeños detalles de buen gusto aparecían, de una u otra forma, en cada lectura. Salpicaban los números del Carnaval, de Schumann; daban un toquecito de elegancia y alegría a Mozart a través del rondó alla turca, pongamos por caso, e infundían una mirada intimista y afectuosa a pasajes como Evocación, de Albéniz.
Tengo la sensación de que a pesar de la admiración que le profesan monstruos del piano como Martha Argerich, Freire no está valorado a la altura de sus méritos musicales, al menos en nuestro país. Bien es verdad que actuaciones como la de anteayer contribuyen a un mayor acercamiento. En unas semanas volverá con Ricardo Chailly en uno de los conciertos de piano de Brahms; el otro lo acaba de hacer con Víctor Pablo Pérez. Hoy, jueves, actúa en la Filarmónica de Bilbao, una sala idónea para su estilo interpretativo, con un programa similar al ofrecido en Madrid.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.