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128 divorciados optaban a los 40 pisos sorteados por la consejería

Luis Doncel

"Con lagrimones de cocodrilo" recibió Manuel Sánchez la noticia de que era uno de los 40 afortunados que habían obtenido un piso de ayuda social en régimen de alquiler gracias a su condición de divorciado. Un total de 128 personas, en su mayoría hombres, habían solicitado estas viviendas. Todas ellas cuentan con dos dormitorios para que los inquilinos puedan "atender sus obligaciones familiares, disponiendo de una habitación para alojar a sus hijos", según afirmó un responsable de la consejería.

Desde la casa de sus padres del barrio de Carabanchel, donde vive desde hace cinco años -"cuando mi mujer me dijo que no me aguantaba más y el juez le dio a ella el piso"- Sánchez se muestra feliz de que por fin, a sus 42 años, pueda emanciparse. Con los 900 euros mensuales que gana como jardinero y la pensión alimenticia de 240 que pasa a su hija de 9 años, Sánchez reconoce que buscarse otro piso era "imposible" y que ha sobrevivido gracias al apoyo de sus padres y de sus cinco hermanas. En su nueva vivienda de la calle de Costa Verde dispondrá de una habitación para su hija, que pasa con él dos fines de semana al mes.

Sánchez se alegra de que el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) haya reservado una cuota para los divorciados y considera que las políticas sociales suelen olvidarse de la gente de su edad. "Está bien que se ocupen de otros colectivos, como los jóvenes; pero, ¿qué pasa con nosotros? Los que tenemos cuarenta y tantos somos la generación fantasma", dice.

De un cámping a un ático

Carlos Castellanos, de 50 años, es otro de los divorciados que ayer tenía motivos para celebrar su próxima mudanza del "bungaló" de 25 metros cuadrados donde vive, situado en un cámping cercano al barrio de Villaverde. Para pagar los 600 euros de alquiler y los 160 mensuales de la pensión para sus tres hijos, Castellanos trabaja como vigilante de seguridad. Y lo hace durante muchas horas: "Nunca bajo de las 70 semanales", asegura. En su opinión, hay muchos hombres divorciados que no entran en ninguna promoción y que se sienten "un poco apartados". "No me podía creer que me dieran un ático con dos habitaciones. Hasta que fui a las oficinas del Ivima pensé que eran unos amigos que me estaban gastando una broma", comenta.

Varios de los 1.655 aspirantes a obtener una de las 248 viviendas se agolpaban en la mañana de ayer ante la sede del Ivima mientras se realizaba el sorteo. Querían ver las listas definitivas de admitidos y algunos se sorprendían al descubrir que no podían entrar en el acto que se celebró a puerta cerrada.

Algún asistente manifestaba su alegría por estar en las listas definitivas. Era el caso de Emilia Losada, una enferma de asma que lleva meses viviendo en un coche y que ya había optado a una vivienda social en dos ocasiones. "Dios está conmigo y sé que me lo va a dar", afirmaba esperanzada.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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