Raúl Anguiano, pintor y grabador
Estaba considerado como el último de los grandes muralistas mexicanos
Raúl Anguiano, pintor y grabador, considerado el último de los grandes muralistas de la escuela mexicana, falleció el viernes pasado a los 91 años en Ciudad de México. La espina es la más representativa de sus obras y también la más popular, ya que ilustró los libros de texto gratuitos de la Secretaría de Educación Pública durante muchos años.
Nacido en Guadalajara (Jalisco) en 1915, Anguiano era heredero de la pintura de la revolución mexicana. "Pertenezco al movimiento posrevolucionario y cultural del Muralismo que, como dijo el filósofo Samuel Ramos, culturalmente es la flor más alta de la revolución mexicana", declaró en una entrevista.
Estudió en la Escuela al Aire Libre de Guadalajara, donde organizó con otros artistas el Grupo de Jóvenes Pintores Jaliscienses.
En 1934 se unió a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, y cuatro años más tarde fundó el Taller de la Gráfica Popular, un centro colectivo de trabajo, donde realizó grabados y litografías de solidaridad con los trabajadores y campesinos.
Dedicó amplio espacio a las mujeres indígenas en su pintura, especialmente a los chamelas. "Siempre he plasmado lo que he visto: los paisajes, los habitantes, los campesinos y los peones de los ranchos". Toda su obra está enraizada en la tierra y cultura mexicanas, aunque le gustaba precisar: "Mi obra es nacional, no nacionalista, porque no soy chovinista ni anti de ningún tipo".
En 1941 se trasladó a Estados Unidos, donde estudió y enseñó pintura. Allí plasmó también parte de su obra junto a otros grandes muralistas como Diego Rivera, David Alfaro Sequeiros y José Clemente Orozco. Su primera exposición importante fuera de México fue una colectiva -20 siglos de arte mexicano- en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York en 1940, cuando el artista tenía 35 años.
Anguiano formó parte en 1949 de la primera expedición a Bonampak, en la Selva Lacandona (Chiapas). Su diario de viaje y sus pinturas son prácticamente el único testimonio que existe de aquella aventura, que terminó trágicamente con la muerte de Carlos Frey, descubridor de la zona arqueológica de Bonampak, y de Franco Lázaro Gómez, grabador chiapaneco.
Convivió con algunas etnias indígenas a las que pintó. Otro aspecto destacado de su obra fue dibujar mujeres desnudas. Durante 32 años fue maestro de dibujo de figura humana desnuda en el Instituto Nacional de Bellas Artes y fue uno de los fundadores de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.
En 2000 obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes, máximo galardón que otorga el Gobierno de México. El sábado pasado recibió un homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana. La última voluntad del pintor era crear un museo con su nombre en Ciudad de México, para el que había donado unas 200 obras. El proyecto no se llevará a cabo por falta de recursos, al menos de momento, según confirmó la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sari Bermúdez. Sin embargo, la viuda del artista, Brigita Anguiano, no pierde la esperanza de que el próximo alcalde de la ciudad impulse la construcción del museo.
Anguiano cuenta con un museo en Guadalajara que lleva su nombre, y las autoridades de Tijuana quieren abrir otro en esta ciudad, para exhibir los bocetos de los murales que realizó en su estudio de Los Ángeles (California).
Raúl Anguiano pintó hasta los últimos días de su vida. "No estaba enfermo, estaba muy bien, dando conferencias", declaró la viuda. A principios de enero, el artista se sintió mal y pidió regresar a México. Cruzó la frontera a Tijuana, de donde fue trasladado al Distrito Federal en un avión militar. Tenía varios proyectos pendientes, entre los que destacaba el mural que tenía que comenzar ayer en las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional.-
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