Historias itinerantes

Estructurada como una especie de road movie ferroviaria, a partir del recorrido del tren que cubre las estaciones entre París y Lisboa, Sud Express es un conjunto de peripecias un tanto deslavazadas e ingenuas, aunque no carentes de interés, sin duda, el mejor filme rodado hasta la fecha por el errático Chema de la Peña (en esta ocasión, con el auxilio de Gabriel Velázquez, que es también coproductor y coguionista).

Muestra, a veces con quietud, otras con un punto de vista casi entomológico, y otras incluso con cierta ira contenida (el episodio salmantino de los perros), el discurrir de relaciones a veces amistosas, de enfrentamiento, incluso de amor largo tiempo soterrado, entre seres pasablemente solitarios. Es fresca y tiene para enseñar por lo menos un punto de vista poco frecuentado por nuestro cine, el de las fructíferas relaciones entre documental y ficción, esa frontera inasible. Merece, en medio de una cartelera infernal y cambiante, concederle la atención que se gana a pulso con su modestia y su humildad.