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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Eficacia sorprendente

Aunque el Cayman es más barato que el 911 Carrera, lo supera en casi todo, y en especial por su impresionante comportamiento dinámico. Con una base mecánica mucho más equilibrada que incluye el motor en posición central y un chasis elaborado con los materiales y tecnologías más avanzados, el deportivo alemán muestra una eficacia sorprendente que lo convierte en uno de los coches más rápidos y a la vez seguros del mercado.

Motor central y seis marchas

El Cayman comparte la mecánica del Boxster, aunque con la cilindrada aumentada de 3,2 a 3,4 litros y la distribución Variocam Plus del Carrera. Estas mejoras elevan 15 CV la potencia (295 CV) y refuerzan el carácter deportivo de Porsche, pero manteniendo una respuesta fácil que permite dosificar bien la potencia. Responde con mucha elasticidad casi desde el ralentí para circular sin problemas en ciudad, y a partir de 4.200 revoluciones cambia el sonido del motor y se transforma en un purasangre hasta llegar al régimen máximo de 7.000. Con esta respuesta contundente enlaza las seis marchas en un suspiro, aunque conviene vigilar el velocímetro porque enseguida se rozan los límites legales.

Otro aspecto meritorio es el consumo, muy bajo para sus prestaciones: gasta 10 litros a ritmos tranquilos, sube a 12 estirando más las marchas y se mantiene en torno a 15 en ciudad.

Comportamiento impecable

La posición central del motor aporta un reparto de pesos idóneo, y combinada con un chasis muy bueno, un peso ajustado y los últimos avances electrónicos hace compatibles unas prestaciones elevadas y una seguridad notable.

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Este Porsche se conduce con el mínimo esfuerzo, obedece al volante con una precisión milimétrica y muestra una agilidad y eficacia impecables en todos los trazados. Las virtudes se realzan aún más con algunas opciones caras, aunque recomendables, que incluía la unidad de pruebas, como la suspensión de dureza variable PASM (1.664 euros) o el kit Sport Chrono (819 euros), que mejoran todavía más la eficacia en curva y sorprendentemente el confort, algo a agradecer en viajes largos. Pero con el equipo de serie el Cayman muestra una estabilidad a toda prueba, se agarra al asfalto como si fuera sobre raíles e incluye un control de estabilidad que deja disfrutar al volante y actúa sólo cuando se necesita con tal discreción que el conductor apenas lo nota. El conjunto se completa con unos frenos imponentes que paran en cuanto se acaricia el pedal, y sólo la sonoridad mecánica en el habitáculo, muy sugerente al principio, pero molesta en viajes largos, penaliza el confort.

El Cayman ofrece una combinación difícilmente mejorable porque es un deportivo muy eficaz y divertido, pero también fácil de manejar y muy seguro. El conductor tiene siempre la sensación de que el coche va a hacer lo que se le ordene con la mayor docilidad.

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