Dos suicidas causan 110 muertos en otra jornada sangrienta en Irak
Las bombas estallaron en un mercado y en una fila de jóvenes reclutas
La insurgencia iraquí redobló ayer sus ataques contra dos de sus objetivos habituales: la mayoría chií y los suníes considerados colaboracionistas del ocupante estadounidense. En la jornada más violenta de los últimos cuatro meses, dos atentados suicidas acabaron con la vida de más de cien personas.
En Kerbala, una de las ciudades santas de los chiíes, un suicida hizo estallar la carga que llevaba adosada a su cuerpo en un céntrico mercado cercano al santuario del imán Hussein, nieto de Mahoma. Unas 50 personas murieron y más de 130 resultaron heridas. Poco después, más de 60 personas perdieron la vida en la ciudad de Ramadi, situada en pleno triángulo suní, como consecuencia de un atentado similar, cometido mientras un millar de jóvenes hacía cola ante un centro de reclutamiento de la policía iraquí.
En Washington, el presidente George W. Bush se reunió con políticos veteranos -algunos críticos con su gestión de la guerra en Irak- para escuchar sus sugerencias sobre el camino a seguir. "No todo el mundo en la mesa estaba de acuerdo con mi decisión de ir a Irak, y lo entiendo perfectamente", dijo Bush. "Tendré muy en cuenta sus consejos".
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