El filme de Woody Allen 'Misterioso asesinato en Manhattan' llega al teatro

Woody Allen ha contado alguna vez que el rodaje de Misterioso asesinato en Manhattan, en 1993, le sirvió como terapia para sobrellevar la conflictiva ruptura con su esposa de entonces, Mia Farrow, que debía protagonizar el filme y cuyo papel acabó interpretándolo Diane Keaton. Para sacar adelante la película, el cineasta se rodeó de amigos. Además de Keaton, Alan Alda y Anjelica Huston. El resultado: él superó la crisis emocional y la cinta fue todo un éxito. Triunfo que ahora la periodista Elisenda Roca, en su debut como directora escénica, confía en repetir con la versión teatral de la comedia.

La periodista catalana -el lector la recordará sobre todo por su imagen de marca, la de presentadora del concurso Cifras y letras en TVE- contó ayer en la presentación de la pieza que, en principio, se había resistido a aceptar un proyecto que le parecía tan personal como éste, pero leyó la adaptación, de José Luis Martín, y le sucedieron dos cosas: primero no podía parar de reír y, en segundo lugar, empezó a poner caras a los personajes, de actores distintos a quienes habían inmortalizado la historia en el cine. De modo que dijo sí con la condición de dirigir precisamente a esos profesionales.

No hubo ningún problema. Así que, para su bautismo de fuego como directora de teatro, Elisenda Roca se ha rodeado de un reparto encabezado por Pep Ferrer, en el papel de Tony, al que, en el filme, da vida el propio Allen; Montse Guallar, como Carol, su mujer (Keaton); Àlex Casanovas es Mark (Alda), buen amigo de la pareja, y Maria Lanau hace de Marga, una seductora escritora a la que encarnó Huston. Completan el cartel Maribel Altés y Camilo García, que interpretan al encantador matrimonio de jubilados que actúa como detonante de la disparatada trama policiaca, ya que todo arranca con la inesperada y extraña muerte de la mujer.

Dentro de la filmografía de Allen, Elisenda Roca situó a Misterioso asesinato en Manhattan entre las "comedias alocadas". A ella pertenece una de las frases más célebres del cineasta: "Cada vez que escucho a Wagner, me entran ganas de invadir Polonia". "La gracia de las comedias de Woody Allen, tanto las alocadas como las amargas, es que tienen un subtexto constante que habla de la relación de pareja", comentó la directora, que explicó que la adaptación -que calificó de "muy teatral"- respeta escrupulosamente los diálogos escritos por el cineasta neoyorquino, y que es la escenografía -con la recreación de ocho espacios distintos- el aspecto que más distingue el montaje del filme.

Los actores discrepan a la hora de recurrir a la película para abordar sus personajes. Ferrer, que sólo se parece al director por sus grandes gafas, vio la película hace años y no ha repetido, para no imitar "ni inconscientemente" a Allen. Guallar fue al videoclub "sin miedo". Casanovas ha preferido no verla. Y, en cambio, Lanau la ha visto "al menos 10 veces".

La obra se estrenará, en catalán, el próximo 12 de enero en el Teatro Tívoli de Barcelona. La productora, Vania, negocia con Pedro Larrañaga los derechos para programarla en el resto de España.