Valerón encuentra a Munitis
Tres fogonazos del Depor dejan medio eliminado a un Osasuna tan correcto como inofensivo
Eran las dos encarnaciones del cambio de rostro en el Deportivo y nunca acababan de encontrarse. Valerón fue la bandera del equipo de tejer paciente que construyó en su momento Javier Irureta. Ahora que imperan los modos más sanguíneos de Joaquín Caparrós, el estandarte había pasado a Munitis con su electricidad, su precipitación y su permanente disposición al combate. Parecían el agua y el aceite. Pero, con el tiempo, descubrieron un fluido común. Anoche, por fin, se juntaron sus corrientes tan dispares. De ese encuentro nacieron dos hermosos goles que dejaron tieso a Osasuna.
Muy a su manera, con el sigilo que le distingue, Valerón lo venía anunciando desde hace algunas semanas. Poco a poco, se le notaba que estaba saliendo de uno de esos largos periodos de ensimismamiento en los que se sume de vez en cuando y empezaba a dar con la tecla para acomodarse a un equipo que, en determinados aspectos, parecía contradecir su naturaleza. Pero el sentido natural del juego que posee Valerón puede con todo. La mejor demostración de su estado es que los rivales empiezan otra vez a coserlo a patadas. Y cada vez que crece Valerón, a su alrededor, nacen las asociaciones. La de anoche fue la más imprevista porque le acercó a Munitis, su polo opuesto en el estilo y en la estampa física.
DEPORTIVO 3 - OSASUNA 0
Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Coloccini, Andrade, Capdevila; Sergio (Scaloni m. 79), Duscher; Arizmendi (Xisco m. 83), Valerón, Munitis; y Tristán (Romero m. 64).
Osasuna: Elía; Izquierdo, Cruchaga, Flaño, Clavero; Sosa, Muñoz; Ortiz, Brit (Fran Moreno m. 68), Moha; y Webo.
Goles: 1-0. M. 11. Valerón, escorado a la derecha, deja el balón hacia el centro entre dos defensas y Munitis marca de un gran zurdazo desde fuera del área. 2-0. M. 45. Centro de Muntis desde la izquierda que Valerón desvía con la derecha. 3-0. M. 85. Scaloni, de gran tiro desde 30 metros.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Sosa, Manuel Pablo, Webo, Munitis, Flaño, Ortiz
Unos 15.000 espectadores en Riazor
Parecían el agua y el aceite. Pero, con el tiempo, descubrieron un fluido común
La extraña y productiva sociedad que germinó anoche en el Deportivo fue determinante para resolver un choque que, en casi todo lo demás, resultó muy equilibrado. El conjunto de Caparrós apenas necesitó ocasiones en la primera parte para encauzar el partido con autoridad. Bastaron los dos momentos en que coincidieron los chispazos de Valerón y Munitis. El primer gol cayó cuando aún no había transcurrido un cuarto de hora. Valerón controló una pelota con ciertas dificultades, pero salió del apuro del modo sencillo y deslumbrante que adorna su juego. Dio un pase en horizontal, aprovechando el pequeño resquicio entre los dos contrarios que le asediaban, para buscar a Munitis, que llegaba como un búfalo por el centro. La resolución fue formidable. Munitis, desde fuera del área, descerrajó un zurdazo que pegó en un poste y acabó dentro.
No ofreció mucho más peligro el Deportivo hasta el minuto final de la primera parte, cuando se citaron de nuevo los dos hombres de la noche. Munitis centró desde la izquierda, raso y combado, y Valerón lustró otra pequeña maravilla: de costado a la portería, remató con la derecha y cambió la trayectoria del balón, que entró por el palo contrario.
Osasuna se vio medio tumbado sin que el Deportivo, aparte de los dos fogonazos, le hubiese superado más que en momentos muy señalados. El gran descubrimiento de la temporada parece la típica obra de entrenador. Partidos como el de ayer corroboran hasta qué punto Javier Aguirre ha hecho su trabajo a conciencia. En Riazor compareció sin ocho titulares habituales y su equipo dio la impresión de que jugaba con la misma consistencia de siempre. Y abrazado a una propuesta llena se sentido.
Aguirre jamás monta cerrojazos. Anoche tenía una buena excusa para arroparse cerca del área, ceder la iniciativa al Deportivo y administrar el resultado para el partido de vuelta. Pero Aguirre no hizo eso. Osasuna jugó como siempre, muy agrupado alrededor del centro del campo. Discutió al Depor la autoridad sobre la pelota y se la ganó en muchos momentos. Otra cosa fueron los jugadores que salieron anoche. En ese aspecto, Osasuna sí pareció más disminuido, sin creatividad para poner en aprietos al contrario cuando se acercaba a su área. En la primera parte sólo pareció existir Moha, que acostumbra a lucirse cuando juega contra el Depor. Todas las acometidas partieron de él, ya fuese porque burlaba en la banda a Manuel Pablo o porque se encargaba de colocar todas las faltas en el área.
El equipo de Caparrós se desmadejó algo más en la segunda parte. Pero Osasuna, fuera de un cabezazo de Cruchaga que salvó Sergio sobre la línea de gol, volvió a mostrarse tan correcto como inofensivo. Y en el tramo final el Deportivo aún guardaba un tercer fogonazo, el tremendo disparo del recién ingresado Scaloni, para dejar la eliminatoria a punto.
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