Los beneficios del euro
La introducción del euro en España ha producido realidades y sensaciones muy dispares. Mientras para la mayoría (97%) de los ciudadanos la percepción principal que tienen de la nueva moneda es que ha producido un encarecimiento de los precios, para destacados analistas y responsables políticos el euro ha sido el mejor instrumento con que ha contado España para estabilizar la economía y potenciar el crecimiento y el empleo.
La estabilidad de los precios ha sido para el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, el primer beneficio de la introducción del euro en 1999 (en 2002, billetes y monedas). Sus efectos benéficos empezaron mucho antes de esta fecha por los esfuerzos que tuvieron que realizar los distintos Estados para ajustar sus economías y cumplir los requisitos que exigía la nueva moneda. Para Almunia, que ahora dedica especial atención a la introducción del euro en los 10 nuevos miembros de la Unión Europea, "la moneda única ha marcado realmente una ruptura con el pasado". "Cuando el tratado de Maastricht fue firmado en 1992", recordaba hace unos meses en Budapest, "algunos países de la Eurozona todavía sufrían una inflación de dos dígitos. Hoy, la inflación en la Eurozona se mantiene en torno al 2% y los mercados creen que este nivel puede ser sostenido en el futuro como han ilustrado históricamente el bajo nivel de los tipos de interés".
Los tipos de interés han caído en España del 14,7% en los noventa al 4,1% actual
El abaratamiento del precio del dinero ha sido así uno de los grandes éxitos del euro y la palanca para el estímulo del consumo, la inversión y el crecimiento económico en general. En la década de los noventa, los tipos de interés a largo plazo en la Europa de los Quince bajaron desde el 11,1% al 4,3%. En el caso de España las ventajas han sido todavía más acusadas, debido a que el descenso de los tipos de interés ha sido todavía más pronunciado al pasar del 14,7% al 4,1%.
El euro ha proporcionado también otros importantes dividendos, señala el comisario. Ha sido un escudo protector contra las tormentas monetarias, ha eliminado los costes y riesgos en las transacciones, aumentado la transparencia y estimulado el comercio entre los países. En el caso de España, la imagen de solvencia de la moneda única ha facilitado la inversión extranjera y se apunta también como una de las causas del boom inmobiliario, por la fuerte afluencia de capitales extranjeros hacia la adquisición de segundas residencias en las costas.
Durante los cuatro años de la vigencia de billetes y monedas, (2002-2005), la expansión del euro ha sido incesante en los mercados de deuda y en los préstamos, depósitos y comercio internacionales. Este progreso ha sido especialmente significativo en España, que se ha convertido en el primer usuario de euro en las importaciones y el segundo en las exportaciones, sólo superado por Luxemburgo. Según el último informe sobre el papel internacional del euro, elaborado por el Banco Central Europeo, el 62,6% de las exportaciones de mercancías españoles en 2004 se realizaron en euros, una proporción superior a la de Francia (52,7%), Alemania (61,1%) o Italia (59,7). En cuanto a las importaciones, España ocupa el primer puesto en uso de la moneda europea con el 61,1% frente al 45% de Francia y el 52% de Alemania.
La introducción de monedas y billetes de euro desde principios de 2002 ha creado menos dificultades a los españoles que a la media de europeos. Un sondeo específico del Eurobarómetro señala que un 62% de los españoles manifiestan "no tener ningún tipo de dificultades" con el uso de las nuevas monedas, frente a los alemanes (59%), franceses (49%) o la media de los europeos (53%).
Sin embargo, esta buena disposición ante la nueva moneda contrasta con la demanda de los españoles para que se mantenga la información doble sobre precios en los establecimientos. Mientras el 82% de los holandeses (54% de los europeos) manifiestan estar preparados para abandonar el sistema dual de precios, en España sólo el 38% están a favor de su eliminación.
Aunque los españoles figuran entre los más convencidos (97%) del encarecimiento que ha producido el euro, frente al 81% de los belgas y el 93% de la media europea, aparecen, sin embargo, entre los menos escépticos sobre la contribución de la moneda europea a la convergencia de los precios entre los distintos países. El Eurobarómetro señala que mientras el 60% de los alemanes dudan de que el euro haya contribuido a armonizar los precios de los distintos países, en España esta sensación de duda sólo la tienen el 47%.
En cualquier caso, la realidad es que la implantación del euro ha desvanecido todos los temores que algunos analistas y expertos habían pronosticado. "Por aquel entonces", señala Paul Isbell, en un reciente trabajo publicado por el Real Instituto Elcano, "se consideraba que la pérdida de soberanía monetaria nacional que exigía el euro podría colocar en una difícil situación a determinados países que tendían a presentar una tasa de desempleo elevada (como los denominados PIGS, Portugal, Italia, Grecia y España)". Isbell señala la ironía de que para estos países se creó el Pacto de Estabilidad y Crecimiento) con el objetivo de limitar la imprudencia fiscal esperada (déficit excesivos) cuando la realidad es que los incumplimientos se han producido con mayor frecuencia en las grandes economías europeas.
No obstante, Isbell señala que dado que la tasa de inflación es más alta en España que en las principales economías europeas, los tipos de interés reales han sido inferiores, llegando a situarse por debajo del 1%, negativo. En su opinión "la política monetaria que se ha impuesto a España desde el BCE ha sido excesivamente laxa, estimulando el consumo, los préstamos y el crecimiento. Este choque asimétrico positivo -lo contrario de lo que Alemania ha estado experimentando- no sólo permite explicar el diferencial de crecimiento positivo que España ha registrado respecto al promedio de la zona euro, sino también la acumulación constante de desequilibrios macroeconómicos, como el incremento de la deuda de las unidades familiares, la potencial burbuja del mercado de la vivienda y la ampliación del déficit exterior".
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