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ATLETISMO | San Silvestre Vallecana

Radcliffe y Kipchoge, sin rivales

Eliud Kipchoge estaba harto de apostar. De jugarse las victorias a la ruleta rusa del sprint tras haberse castigado durante kilómetros. De que le recordaran que había conseguido su mayor éxito, el oro mundial en los 5.000 metros de París 2003, gracias a unos centímetros arañados con un último golpe de riñón dramático. De mirar a los lados en la última recta, temeroso de unas piernas más frescas... Mala cosa para un fondista. La peor para Paula Radcliffe, campeona mundial y plusmarquista de maratón, una y mil veces superada en la última vuelta tras dominar. Un desastre. Años de entrenamiento malgastados en unos metros. Un problema con solución: correr con ritmo enloquecido desde el principio. Castigar a los rivales. Y llegar a la meta solo, destrozado, dolorido..., pero sin competencia. Así ganó el sábado Kipchoge en los 10 kilómetros de la San Silvestre Vallecana, en Madrid (27m 29s, récord de la prueba). Y así ganó Radcliffe a todas las mujeres y a la mayoría de los hombres (31m 16s).

Kipchoge decidió que el triunfo era suyo en el primer metro. Estaba en la plaza de la República Argentina. Tenía por delante un kilómetro en bajada, un terreno ideal para que se dejasen ver Alberto García, Chema Martínez o McCormick. Casi no les dio tiempo. Kipchoge se puso en cabeza. Forzó. Y a los cinco minutos sólo le acompañaban ocho hombres, con De la Ossa, en cabeza.

Por detrás de Kipchoge y su grupo venía Radcliffe, la obsesión de la mayoría de los 17.500 atletas inscritos. Todos hablaban de ella, de su fracaso en el maratón olímpico de Atenas 2004, de su imponente victorias mundiales en Helsinki 2005, de la única mujer capaz de medirse a hombres... Y la chica de Bedford respondió. Perdida Marta Domínguez, alejada Prokopcuka, Radcliffe, guantes blancos en contraste con su bikini azul eléctrico, corrió seguida de hombres. En cabeza de su grupo. Ni siquiera consiguió pararla el que un espectador la llenase la boca de espuma. Una bocanada de aire desesperada tras otra, la cabeza bamboleándose, mandaba.

Como Kipchoge. Al paso por Cibeles, ya iba sólo. Le quedaban cuatro kilómetros, la entrada en Vallecas, sus empinadas cuestas, miles de aficionados jaleándole, manchándole de espuma y rompiéndole el ritmo. A él, como a Radcliffe, le dio igual.

San Silvestres: Vallecana: Hombres: 1. E. Kipchoge (Ken.), 27m 34s. 2. J. C. de la Ossa, 27m 58s. 3. R. Silva (Por.), 28m 7s. Mujeres; 1. P. Radcliffe (GB), 31m 16s. 2. J. Prokopcuka (Let.), 31m 51s. 3. M. Domínguez, 33m 22s. Sevilla: 1. A. J. Pentinel y B. Antolín. São Paulo: 1. M. dos Santos (Bra.) y O. Jevtic (Ser.).

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