Garci y un señor de Murcia

Los rumores no se ponían de acuerdo: ¿despedida cordial?, ¿liquidación forzosa? Garci lo aclaró el lunes: agradeciendo al director de TVE, Pérez Estremera, el haberle conseguido los derechos de emisión de Fresas salvajes, un broche de lujo para el programa, y manifestando la tristeza de acabar ("lícita jugada de TVE", la llamó) cuando él y sus amigos siguen pletóricos de energía. Han sido 476 las películas vistas en los sucesivos formatos de Qué grande es el cine, pero Garci dijo que él habría durado gustosamente otros veinte años y comentado en tertulia mil películas más. Queda pues la asignatura pendiente (¿para septiembre?), las ganas de volver a empezar (¿en otra cadena?).

A mí me chocaba el lado el abuelo que latía en el programa de Garci cuando sus más arcaicos invitados coloquiaban igual que en la edad de oro de los cine-clubs parroquiales y el cine-fórum donde solía analizarse -como si fuera el sexo de los ángeles- el fondo y la forma de las películas. Ahora bien, yo creo que ese mismo espíritu provecto de la cinefilia es el que -por contraste- ha atraído de manera tan fiel y numerosa al espectador joven y al ciudadano medio de Lugo o Murcia, inoculando la papilla del cine a un par de generaciones de españoles alimentadas con Qué grande es el cine, aunque el crecimiento estuviera interrupto por los cortes de publicidad y doblado al español. Ni Garci, con su infeccioso y bendito amor al séptimo arte, pudo conseguir la versión original, que ahora, por cierto, vuelve con saludable frecuencia a La 2.

¿Despido? ¿Traslado? Tengo mi teoría. Después de sobrevivir las dos legislaturas del antiguo régimen y la mitad de una del nuevo sin cortapisa, Garci se va seis días antes de que la ley le prohíba fumar en el plató. No es el Ente, pues, sino Sanidad; el tabaquismo, aunque lo practiquen Welles y Buñuel, ha dejado de ser un humanismo. El lunes se fumó. Miguel Marías su pacífica pipa, Garci envuelto en un humo de thriller, que tanto le gusta. Y se brindó con cava. ¿Boicot al boicot? Garci, tan locuaz siempre, no reveló si era catalán.