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Columna
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Espionaje

Manuel Rivas

Entre los más de 150 grupos o asociaciones, y probablemente miles de ciudadanos de EE UU sometidos a espionaje por su propia Administración, de forma ilegal, sin autorización de un juez, figuran los vegetarianos del PETA (People for the Ethical Treatment of Animals). Los métodos son impropios, de acuerdo, pero ya dijo en su momento Samuel Huntington, el teórico de la guerra de las civilizaciones, que "los arquitectos del poder necesitan crear una fuerza que pueda ser sentida, pero no vista".

Admitámoslo. Bush ha dado esta vez en el clavo. Hasta ahora lo veía un poco desorientado a la hora de focalizar el enemigo interior. McCarthy, el de la "caza de brujas", apuntaba mejor. No se iba a lejanos desiertos, con Hollywood a tiro de piedra. El senador McCarthy y otro célebre perseguidor, el director del FBI, Edgar Hoover, eran hombres muy virtuosos, es decir, dos sinvergüenzas. Un auténtico peligro para su país y sus ciudadanos, según se supo más tarde, pero muy condecorados en su época. Hicieron su sucio trabajo: rompieron vidas, destrozaron talentos, intimidaron a la gente y acobardaron a la opinión liberal. McCarthy y compañía consiguieron, por ejemplo, un triunfo muy importante para la seguridad nacional: acabar con la sonrisa y el andar de Charlot. Acosado, el genial cómico se largó y jamás volvió a pisar EE UU.

De Charlot a los vegetarianos del PETA. Bush ha encontrado la línea. Ya era hora de que alguien metiera mano a los fanáticos de las lechugas. Ser vegetariano, eso sí que es un fundamentalismo. He visto grupos familiares, felices alrededor de un pavo asado, desestabilizados con crueldad por un pariente vegetariano con un mitin navideño en contra de la digestión de cadáveres. Si eso lo hace un cuñado, imaginen el pollo, o pavo, que puede armar un grupo organizado. Greenpeace también figura entre los monitorizados, eufemismo para denominar el nuevo espionaje. Donde la puntería de Bush ha sido providencial es en el cerco a Catholic Workers (Trabajadores Católicos), una organización que lucha contra la pobreza y que los sucesores de Hoover definen como "semicomunista". Bueno, también Bush es un semipresidente. Atento el servicio de monitorización. Una de estas noches, en Belén, de padres desterrados, va a nacer un pacifista, semicomunista, y lo que es peor, vegetariano.

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