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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Más catalán y menos catalanismo

Nací en Zaragoza y estudié Derecho en la Universitat Pompeu Fabra, en Barcelona, pero aprendí catalán en Alemania. Muchos catalanes ni se lo creen; otros tantos aragoneses no lo acaban de entender.

Habiendo estudiado la mayor parte de mi carrera en catalán, he aprendido, además de Derecho catalán y Derecho en catalán, mucho sobre el catalán en la justicia, advirtiendo sus debilidades en el ámbito jurídico. Entre ellas destaco la más obvia y dañina: la falta de precisión. Por poner un ejemplo, en catalán, termini hace referencia tanto al "plazo" como al "término" del mismo, lo cual puede suponer una gran diferencia en según qué casos. Si tenemos claro que la justicia es un mecanismo estatal de uso legítimo de la violencia sobre las personas, deberíamos poner más en el desarrollo de las lenguas minoritarias y no tanto en su imposición o "normalización". Mientras unos se aferran a las formas, yo prefiero centrarme en el contenido. Es por ello por lo que yo personalmente exijo que la justicia sea ejercida de forma precisa, exacta y con la calidad suficiente como para defender mis derechos ante el ejercicio legítimo de la coerción por el Estado. Me es indiferente que sea en catalán o en castellano, lo que me importan son mis derechos.

Así, cuando leo cómo Albert Branchadel, profesor de la Facultad de traducción de la Universidad de Barcelona, recuerda uno de los puntos focales de la Carta europea de las Lenguas Minoritarias como es el de la garantía de que los tribunales puedan llevar a cabo todo el procedimiento judicial en la lengua minoritaria, yo me permito recordarle: en primer lugar, que el Comité de las Regiones de la Unión Europea debe guiarse por los objetivos de "promoción y calidad de las lenguas regionales y minoritaria" (Dictamen del Comité de las Regiones del 13 de junio de 2001); y en segundo lugar, una premisa fundamental que como lingüista y catalán no puede obviar: la lengua es un medio de comunicación, no un objetivo en sí mismo.

Dejemos a un lado el catalanismo y apostemos por un mejor catalán.

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