Sobremesa de izquierdas
Navidad es una época tan buena como otra para hablar de un programa que, un tanto perjudicado por su formato, su título romo y su horario, está pasando desapercibido por los comentaristas aunque no por los espectadores, que lo siguen fielmente desde hace casi tres meses. Me refiero a Amar en tiempos revueltos (TVE-1), una bien hecha serie de ficción que tiene además la peculiaridad de ser botón de muestra -dentro del género culebrón, tan poco propicio a las sutilezas ideológicas- de un criterio progresista aplicado a las historias, las dos historias: la que lleva mayúscula y trata de España, y la que cuenta minúsculos dramas particulares.
Todas las tardes (16.00), esta serie retrata, con (visible) limitación de medios pero con elocuencia dramática y un amplio reparto llamativamente inspirado en su totalidad (hay que destacar entre los veteranos a Pilar Bardem o Héctor Colomé, y entre los jóvenes a Cristóbal Suárez y Ana Turpin), la saga de tres familias atravesada por la República, la Guerra Civil y, en estos momentos, la posguerra inmediata de los racionamientos, la resistencia interior y la División Azul. En el capítulo de ayer martes cobraba relieve una de las subtramas más curiosas, la red de espionaje británico operativa en Madrid, y se veían nuevos abismos de maldad en el personaje de la marquesa donjuanista, interpretada por Ágata Lys.
Con línea argumental de tres excelentes escritores teatrales (Benet i Jornet, Rodolf Sirera, Antonio Onetti) y dirección coordinada por un operador y cineasta de calidad, Gerardo Gormezano, Amar en tiempos revueltos no escapa a los convencionalismos del melodrama, ni lo pretende. Hay hijos robados, viudas lascivas, padres desnaturalizados, sacrificios llevados con resignación, pero también republicanos represaliados, falangistas fundamentalistas y hasta un asomo de lesbianismo anti-fascista. Un culebrón democrático imposible bajo el mandato televisivo de Aznar, a quien por cierto oí anunciar en público hace una semana que la libertad de expresión está a punto de morir a manos de Zapatero.
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