Despido en la ONCE
Comencé a trabajar en la ONCE el 10 de noviembre de 1970. El pasado 10 cumplí 35 años trabajando en esta entidad. Pues bien; ese mismo día me llama a su despacho el director de la ONCE de Algeciras, para darme la desagradable sorpresa de que la delegación de San Roque, el próximo 31 de diciembre, será clausurada. Le pregunto que por qué se cierra precisamente la delegación que, de las tres menores existentes en el campo de Gibraltar, es la que más volumen de ventas y personal tiene, y me contesta: "La ONCE se está reestructurando y hay que ahorrar en gastos, pues como los vendedores para ese día tendrán todos el TPV (las conocidas como maquinitas) y como el personal está muy disperso en las distintas poblaciones en las que la agencia de San Roque abarca su actuación, les da lo mismo desplazarse a San Roque o a Algeciras que es donde han quedado encuadrado todo el personal". Bueno; todo el personal menos quien escribe, que es su director y cuya plaza la tengo ganada por oposiciones y no por nombramientos políticos.
Le pregunto que qué va a pasar conmigo y me contesta: "Bueno; a ti se te dará una indemnización y puedes acogerte a una jubilación". En ningún momento, desde que se me comunica el cierre de la delegación de San Roque, se me ofrece la posibilidad de continuar trabajando en Algeciras o en La Línea. Lo único seguro es un despido. A partir del próximo día 1 de enero se extingue mi relación laboral con la ONCE. Imaginen, con 35 años de antigüedad, con unas oposiciones ganadas, ¿por qué se pisotean mis derechos laborales? ¿Por qué no se respetan mis oposiciones?
Si están llevando a cabo una política de cierres de agencias, ¿por qué el 16 de agosto se nombra en Tarifa a un nuevo director, y no se me ofrece a mí la posibilidad de trasladarme a esa población, ya que su titular se había jubilado?
Por otra parte, ¿por qué tengo que ser ya una carga para el estado cuando sólo tengo 53 años? El real decreto 1.539 fue aprobado para que los minusválidos que reúnan las condiciones exigidas en el mismo, puedan, si lo desean, acogerse a él y optar por la jubilación, pero nunca como una imposición que alguien, de manera caprichosa, quiera imponerte.
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