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Reportaje:

Deporte paramilitar

Australia y Suráfrica recurren a métodos castrenses de entrenamiento

La histórica frase de que lo importante es participar tiene cada día menos sentido con el profesionalismo a vida o muerte que campea ya imparablemente por el deporte de élite. El dopaje es un extremo al que recurren muchos deportistas aun a riesgo demasiadas veces de poner en peligro su salud. El rosario de casos es evidente. Y lo hacen incluso por encima de la trampa, con la justificación de que "todos van igual", jugándosela por el filo de la navaja de los controles, porque buscan su dinero. Pero, cada vez más, hay nuevos dopajes con entrenamientos estilo militar, que no dejan de sorprender tras los ya viejos sistemas esclavistas practicados en países de la órbita comunista, con la RDA como gran modelo en los años setenta -y que aún arrastran acciones judiciales por daños y perjuicios-, o los siempre vigentes asiáticos, por política y costumbres, como Corea y China, cuya discutible dureza empieza hasta en los niños.

Los jugadores eran obligados a desnudarse y a hinchar balones de rugby en un lago con aguas muy frías

Antes de la Copa del Mundo de rugby de 2003, la selección de Suráfrica, los famosos springboks, no saltaron a la luz pública como años antes, en 1976, por escándalos como el boicoteo de los países africanos a los Juegos Olímpicos de Montreal, al negarse el COI a expulsar a Nueva Zelanda, cuyo equipo, los no menos legendarios All Blacks, hacía una gira por el entonces país del apartheid.

En esta nueva ocasión, ya de vuelta al circuito internacional desde principios de los noventa, salieron a la luz unos entrenamientos aún más vergonzosos que duros. Los jugadores eran forzados a desnudarse y a hinchar balones de rugby en un lago con aguas muy frías, y dejados allí como dianas. Abandonados entre la maleza, eran disparados y amedrentados con armas de fuego cada cuarto de hora.

Ahora, algo parecido, tal vez más suave, al tratarse de nadadores, se ha producido en Australia, donde, junto con el rugby, la natación es el deporte nacional. Nathan Schrag, un entrenador de natación de la marina, ha provocado un escándalo mayúsculo. Junto a Rohan Taylor, el técnico titular del Carey Aquatic de Melbourne, invitaron incluso a un periodista y a un fotógrafo para que reflejaran las dos horas de entrenamiento militar llevado a cabo con una serie de jóvenes, entre los que se encontraba Danni Miatke, de 18 años, campeona del mundo de 50 metros mariposa. Dentro de un mes son las pruebas de selección para los Juegos de la Commonwealth del 2006, y de nuevo se ha superado un límite. Aunque fuera con una pistola de juguete, los sonidos de los disparos parecían reales y se simularon muertos y heridos, algunos retirados incluso en camilla. Al ser una de las víctimas un nadador de origen cingalés [Sri Lanka], esto también provocó la indignación de la colonia procedente de este país en el suburbio Cronulla de Sidney.

Para la batalla, que tuvo como escenario los terrenos de una escuela, los protagonistas fueron también obligados a vestirse con trajes de camuflaje, a arrastrarse por el suelo, y cuando eran descubiertos por el enemigo, castigados a hacer nueve minutos de distintas series de flexiones de brazos y piernas que acabaron llevando a muchos de ellos a llorar. "Fue agotador, realmente horrible, una especie de broma, pero horrible", dijo Miatke. Pero la federación australiana no fue tan benevolente. "Es inaceptable. Los entrenamientos en nuestro deporte son duros, pero hay una línea que no se puede sobrepasar", dijo Glenn Tasker, su director ejecutivo. En una reunión nacional de entrenadores se ha recordado ya que Australia es una potencia mundial en natación, pero que los métodos de entrenamiento no pueden empañar la imagen y reputación del deporte. Schrag, en cualquier caso, ya ha sido invitado a entrenar en otro campo antes de Navidad, pero tendrá que quitar las partes más duras del programa. El morbo de la élite no acabará nunca.

Un nadador, arrodillado, durante una sesión de entrenamiento en Australia.
Un nadador, arrodillado, durante una sesión de entrenamiento en Australia.AP

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