Ariel Sharon es hospitalizado en Jerusalén tras sufrir un ligero infarto cerebral
"Me siento bien. No os vais a librar de mí", declaró el primer ministro desde la cama
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, de 77 años, sufrió anoche un ligero infarto cerebral cuando se trasladaba desde Jerusalén hacia Tel Aviv. El dirigente conservador comenzó a sentirse mal y el convoy regresó inmediatamente a Jerusalén, donde fue ingresado en el Hospital Universitario Hadasa. El subdirector del centro médico, Yuval Weiss, aseguró que se hallaba "consciente" y que "su vida no corre peligro". La cuestión ahora es saber si Sharon, que permanecerá en observación tres o cuatro días, podrá continuar su frenética actividad política en plena campaña electoral.
El jefe del Gobierno viajaba hacia Tel Aviv y se sintió indispuesto cuando hablaba por teléfono con Gilad, uno de sus hijos. Sharon perdió la consciencia, pero la recuperó tras ingresar en el centro universitario a las 20.05 (una hora menos en la España peninsular). "Su condición es estable y se le están practicando pruebas médicas", afirmó Samuel Shapira, director del hospital, al que fueron llamados de urgencia los mejores especialistas.
El paciente fue sometido a una resonancia magnética para detectar posibles obstrucciones arteriales, pero no fue necesaria ninguna intervención quirúrgica. Boleslav Goldman, su doctor personal, apuntó que "no sufre daños permanentes". "Está hablando con sus familiares, bromeando y mueve todas las partes de su cuerpo", destacaron los médicos. "Me siento bien. No os vais a librar de mí", comentó Sharon a sus familiares desde la cama. Nos movemos hacia delante", ironizó sobre el nombre de su partido político, Kadima, que significa Adelante en hebreo.
Descendiente de una familia de robustos campesinos originarios de Bielorrusia, el historial clínico de Sharon, que ha gozado siempre de excelente salud, es un secreto guardado con celo. Los médicos le atienden habitualmente en su residencia. Pero su evidente sobrepeso y la tensión propia de su cargo, más aún en un país sometido a los continuos avatares que atraviesa Israel, pasan factura. Ayer mismo celebró el Consejo de Ministros, como todos los domingos.
El viceprimer ministro, Ehud Olmert, que según el secretario del Gabinete no deberá asumir interinamente el cargo, se acercó a Ein Karem, el suburbio de Jerusalén en el que se ubica el hospital. Allí estaban sus hijos, Omri y Gilad, y su principal consejero, Dov Weissglas.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, llamó por teléfono a la Ofician del Primer Ministro para desear su "rápida recuperación en nombre de los palestinos". Sin embargo, algunos habitantes de la ciudad de Gaza, varios portando banderas de Yihad Islámica, salieron a las calles para celebrar el percance de su eterno enemigo. A su manera, con disparos al aire y repartiendo dulces a los automovilistas.
Nadie olvida la participación de Ariel Sharon en 1982 en la matanza de centenares de civiles palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, en Beirut; ni su visita a la explanada de las Mezquitas de Jerusalén, que encendió la chispa de la segunda intifada, en 2000. Ultraderechistas judíos, que se sienten traicionados por la decisión de ejecutar la retirada de la franja de Gaza, culminada en septiembre, también oraron por la muerte del gobernante.
La vida militar y política de Sharon, que fundó junto a Menahem Begin el Likud a comienzos de los años setenta, ha sido desbordante. Hace un mes abandonó su partido harto de que una decena de sus correligionarios le hicieran la vida imposible por su firme decisión de evacuar Gaza. Creó un mes atrás Kadima, formación a la que todas las encuestas otorgan una sonada victoria en los comicios del 28 de marzo.
Kadima es él. Sharon ha logrado captar al ex Nobel de la Paz, Simón Peres, con quien ayer organizaba la estrategia de la campaña, y dos dirigentes laboristas más; al entonces presidente del Likud, Tzaji Hanegbi; al actual ministro de Defensa, Saul Mofaz, y a otra docena de diputados de su antiguo partido. Sólo si quedara incapacitado, Sharon abandonaría la vida política. Pero de suceder, el mapa político israelí sufriría, de nuevo, otro vuelco espectacular.
El conservador y nacionalista Likud, que precisamente hoy celebra sus primarias, sería el principal beneficiado. Es favorito el ex primer ministro Benjamín Netanyahu. Es de suponer que los rivales de Kadima, durante la encarnizada batalla política que se augura, abusarán del argumento de la edad y la salud de Sharon y de Peres, que ya ha cumplido 82 años, también repletos de actividad.
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