Triunfo en versión original
Los azulgrana no acusan la baja de Ronaldinho y se imponen al Cádiz con comodidad
Enseñoreado como juega y saludable como está, no hay mal que espante al Barça, ni siquiera el resfriado de Ronaldinho, que guardó cama en casa y se perdió la jarana del Carranza, entregado a un carnaval en tiempos navideños. Pasó el Barcelona por Cádiz y dejó el mismo recado que en Getafe, Madrid o Villa-real. Los azulgrana contaron su victoria número 12, cifra récord en la historia de club, puesto que no se recordaba otra serie mejor desde la de temporada 1955-56 cuando jugaba Kubala y entrenaba Platko y se ganaron hasta 11 encuentros.
Muy valiente, el Cádiz se desplomó a la que tomó un gol, asustado por la facilidad con la que se maneja el Barça, sin reparar en las circunstancias del choque. El resultado confirmó la tendencia opuesta de los dos equipos. Los azulgrana no paran de subir y los amarillos de bajar: ocho jornadas sin ganar, un punto sobre 18 y una sola victoria en casa. Han pasado los tiempos de Mami Quevedo y Mágico González por mucho que la hinchada sea la de toda la vida y el fútbol sea una fiesta con independencia de los futbolistas.
CÁDIZ 1 BARCELONA 3
Cádiz: Armando; Varela, De Quintana, De la Cuesta, Silva; Enrique, Fleurquin, Suárez (Manolo Pérez, m. 56), Jonathan Sesma; Pavoni (Mirosavjlevic, m. 77) y Oli (Estoyanoff, m. 56).
Barcelona: Víctor Valdés; Oleguer, Puyol, Márquez, Gio; Iniesta (Motta, m.74), Edmilson, Deco; Giuly (Larsson, m. 64), Eto'o y Messi (Ezquerro, m. 81).
Goles: 0-1. M. 31. Oleguer recupera un balón y cede a Iniesta que, con dos toques, da un pase en profundidad a Giuly que bate con un chut suave y por alto a Armando. 0-2. M. 45. De la Cuesta derriba a Márquez en el área y Eto'o transforma el penalti. 0-3. M. 48. Deco pasa a Messi, que lleva el balón hasta la línea de fondo y hace el pase de la muerte para Eto'o que marca. 1-3. M. 90. Mirosavjlevic bate a Valdés al alcanzar un balón dentro del área pequeña.
Árbitro: Ayza Gómez. Mostró la cartulina amarilla a Edmilson, Estoyanoff y Fleurquin.
Lleno en el Ramón de Carranza.
Ausente Ronaldinho, reapareció Giuly y el Barça se desplegó en la cancha con una alineación más convencional que de costumbre, por no llamarla simétrica, fiel al fin y al cabo a la versión original del equipo, sobre todo porque el francés abrió la banda derecha y Messi se cambió a la izquierda, alimentados uno y otro por dos volantes naturales como Iniesta y Deco mientras Edmilson ejercía de medio centro. Rijkaard invitaba a Messi a que asumiera la responsabilidad de Ronaldinho, a Iniesta que jugara como Xavi y a Giuly que se reencontrara con Giuly una vez que no competía con Messi por el catarro del brasileño.
Quería el entrenador que el Barça recuperara su carta de naturaleza y ensanchara el campo de córner a córner para que los interiores metieran la pelota con rapidez. Así que no extrañó que el partido se abriera con una prolongación preciosa de Iniesta para la carrera de Messi, que se ganó el primer palo con tanta autoridad como se cruzaron después los centrales del Cádiz para mandar el balón a la esquina del campo.
Aparentemente reducidos Iniesta y Messi en una sola jugada, el Cádiz se agrandó en la misma medida que el Barça empequeñecía de mala manera. Pasaron un mal rato los azulgrana, sometidos por el despliegue físico amarillo, espantados por la pujanza y poderío del contrario, vencido como quedó Edmilson en la primera contra, sancionada con una tarjeta. Fuerte y organizado, el Cádiz se apretó en la divisoria y le quitó el cuero al Barça. Presionaba mucho, tocaba y combinaba en corto a menudo y a veces alcanzaba los extremos con una cierta facilidad. Pavoni y Enrique alborotaron el campo barcelonista con frecuencia y la hinchada jaleaba a su equipo con sana alegría, aunque había más ruido que música en el Ramón de Carranza, festivo como nunca.
Así juega siempre de bien el Cádiz, se decía en la grada, a gusto con un equipo bien parado, organizado, decente defensivamente (15 goles en 16 partidos) y, sin embargo, generalmente víctima de la fatalidad por no saber convertir las ocasiones que tan laboriosamente se gana (es el menos goleador con diez tantos). Y así sucedió de nuevo ayer, más que nada porque no iba a ser una jornada diferente si delante estaba justamente el líder y el plantel más goleador del campeonato. Los goles azulgrana cayeron como granadas en campo andaluz en jugadas que le dieron la razón a Rijkaard por el protagonismo de Iniesta y Messi.
Giuly convirtió a la media hora una asistencia de Iniesta en una acción que evocó los mejores tiempos del francés en el Barça: pase profundo del interior para el extremo y el portero que se vence sin remisión. Y Messi armó el segundo y después el tercero. El Cádiz reclamó mano del argentino y protestó el penalti de De la Cuesta sobre Márquez en la larga jugada del 2-0. Aunque el árbitro debió arrepentirse y mandó repetir la pena máxima, Eto'o retrató a Armando por los dos costados. Ya resuelto el partido, el Barcelona ratificó el triunfo a la salida del descanso con otro remate del pichichi azulgrana a pase de Messi.
Aunque el Cádiz no claudicó, ya nadie reparó en el partido sino que la gente recuperó la cháchara o la bronca, según por donde andara la pelota. La hinchada jaleaba a su equipo como si en cada pelota le fuera la victoria y hasta dos espontáneos saltaron a la cancha, uno en cada tiempo, para certificar que en el Carranza se canta, se juega, y se mama —así lo corean— sin necesidad de mirar al marcador. Triunfó en la grada la afición gaditana, que no paró hasta que su equipo alcanzó el gol del honor, y el triunfó Barça en la cancha
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