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Crítica:MOTOS | La Yamaha X-Max 250 | PRUEBA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Combinación perfecta

La Yamaha X-Max reúne las ventajas de las motos y el sentido práctico de los escúteres

EL ÉXITO de la T-Max 500, que es casi una moto deportiva disfrazada de escúter, ha motivado que Yamaha aplique una receta parecida en la nueva X-Max 250, pero con una sorpresa muy agradable: cuesta 3.990 euros, menos de la mitad, lo que realza su atractivo.

Lo primero que sorprende en la X-Max es la estética, porque cuesta definir si es un escúter con marcado acento motociclista o una moto utilitaria con aspecto de escúter. Lo cierto es que Yamaha ha acertado con un producto equilibrado que destaca por su sentido práctico y transmite buenas sensaciones a primera vista.

El diseño sigue los patrones de la marca, con un frontal que integra dos grandes faros rasgados y una cúpula de medidas generosas. No tiene un escudo demasiado ancho, pero incorpora unas fundas en los puños que protegen bien del viento y el agua. El asiento es amplio y llega hasta la zaga, y las bandejas para apoyar los pies están más bajas que el túnel central, por donde discurre el chasis. Este detalle delata que este escúter está muy cerca de las motos, lo mismo que las dimensiones de las ruedas, 15 pulgadas delante y 14 pulgadas atrás. Por lo demás, el cuadro de instrumentos es muy completo, aunque tiene un diseño demasiado parecido al de los coches, con tres esferas analógicas y una pantalla digital multifunción.

MECÁNICA PROBADA

La X-Max equipa un motor similar al utilizado por Yamaha en otros modelos: un monocilíndrico de cuatro tiempos y cuatro válvulas refrigerado por agua que rinde 20,1 CV a 7.700 revoluciones. Es robusto, fiable, respetuoso con el medio ambiente y económico de mantener. Va acoplado a un cambio automático, con embrague centrífugo y variador, muy bien estudiado para aprovechar la potencia.

El bastidor es de tubo de acero y se apoya en unas suspensiones convencionales, con una horquilla telescópica delante y dos amortiguadores atrás. En cambio, los frenos no incluyen ningún tipo de asistencia, y cuentan sólo con un disco de 267 milímetros en la rueda delantera y otro de 240 en la trasera. Por lo demás, hay que resaltar la buena distribución de todos los elementos mecánicos, que permite aprovechar al máximo el espacio para habilitar un hueco muy largo bajo el asiento con capacidad para dos cascos y alguna cosa más.

URBANA Y POLIVALENTE

La X-Max es a primera vista un vehículo utilitario, pero basta sentarse a sus mandos para apreciar la energía con que acelera. El motor responde con más brío y mejores prestaciones que en otros modelos de Yamaha, como el Majesty 250. Pero la clave de su excelente comportamiento está en el chasis, que, aparte de ser muy rígido y estable, permite circular sin sorpresas en cualquier trazado. Lleva unos frenos muy sencillos, sin ABS ni otros avances, pero que funcionan muy bien: paran con potencia y son progresivos y muy eficaces.La X-Max se desenvuelve de maravilla en ciudad: es manejable y tiene una posición de conducción algo elevada que permite controlar mejor el trafico. Pero sorprende por su dinamismo en trayectos interurbanos, porque tiene la velocidad máxima más alta de su categoría y no cansa nada. Estas virtudes convierten al modelo de Yamaha en un escúter muy práctico, polivalente y seguro, con una estética vanguardista, un comportamiento sobresaliente y un precio ajustado.

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