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COMUNICACIÓN

Las dos plataformas de televisión de pago de Francia sellan su fusión

CanalSat y TPS crean un grupo con más de nueve millones de abonados

Francia era hasta ayer la excepción europea en lo que al mercado de la televisión de pago se refiere. Dos plataformas competían en la lucha por el abonado: CanalSat, que dependía en un 66% de Canal+ (Vivendi Universal) y en un 34% del grupo Lagardère, y TPS, que era propiedad de las televisiones hercianas TF1 (66%) y M6 (34%). Ambas compañías anunciaron ayer su fusión, que será estudiada por las autoridades de la competencia.

En el grupo resultante de la fusión entre CanalSat y TPS el primero representará el 85% de las acciones, mientras que los dos socios de TPS tendrán el 9,9% y el 5,1%, respectivamente. A éstos, que no podrán vender durante tres años sus acciones, se les garantiza un precio que hace que el conjunto resultante de la fusión se valore en 7.500 millones de euros.

CanalSat duplicaba abiertamente el número de abonados de TPS -más de tres millones frente a un millón trescientos mil- y, sobre todo, seguía una dinámica de crecimiento mientras que la de TPS ya era de retroceso ante la competencia que representa la puesta en marcha de la televisión digital terrestre y la difusión de canales a través de la telefonía móvil o ADSL.

Pero las dos plataformas se habían embarcado en una guerra de ofertas para hacerse con más clientes que ponía en peligro su rentabilidad, peligro acrecentado por la subasta al alza en la que se enfrentaban para hacerse con la exclusividad de determinados títulos o producciones cinematográficas y, sobre todo, de las retransmisiones del campeonato de fútbol. CanalSat se había hecho con los derechos para el periodo 2005-2008 a cambio de abonar 600 millones de euros por temporada, un montante que sólo podía rentabilizarse aumentando el precio de cada abono y logrando superar la barrera de los cuatro millones de suscriptores, dos objetivos que eran contradictorios.

Lógica industrial

La fusión, que correspondía a una lógica industrial evidente desde hacía años y era deseada por los accionistas de referencia de los dos grupos -Vivendi, en el caso de CanalSat y Canal +; Bouygues, en el de TPS-, topaba con los egos de los presidentes de los dos grupos y con la esperanza por parte de TPS de lograr la asfixia económica de CanalSat.

Las nuevas tecnologías, es decir, la posibilidad de multiplicar la oferta televisiva a través del teléfono y con la ayuda del ordenador, ponían en apuros la supervivencia misma de las dos plataformas y han acelerado lo que debía haberse materializado hace años.

La operación tiene varios flecos pendientes, el más importante de los cuales es el destino de las acciones que Lagardère poseía en CanalSat. El grupo del citado empresario quiere cambiar esos títulos por otros en la casa madre, es decir, en Canal +, o poder hacer efectivos en un plazo breve sus títulos de propiedad.

La fusión ha de aumentar el valor de las acciones al poner freno a la inflación del precio de los derechos de todo tipo y al crear un grupo -Canal +, CanalSat y TPS reunidos- con más de nueve millones de abonados, capaz de negociar en posición de fuerza con otros operadores. Sobre el coste social de la operación y la supresión de canales duplicados aún no se conocen datos.

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